Carlos Seveso

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NICOLÁS GRAB. IN MEMORIAM

 Publicado: 18/03/2020

El humor de Nicolás


Por Omar Sueiro


Conocí a Nicolás Grab a principios del 2011 cuando Federico Martínez me invitó a integrar la barra de Vadenuevo (también VDN). Mi única experiencia de escriba “periodístico” había sido en las redacciones escolares y, por ende, para ser publicadas, mis cuartillas necesitaban imperiosamente ser corregidas y re–redactadas, cosa que Nicolás hacía de buen grado. Cuando me las devolvía -notoriamente reformadas-, en lugar de expresar lo que mi torpeza estilística merecía, tenía la amabilidad de alentarme con la mayor delicadeza posible, con su impresionante vozarrón de locutor del Sodre: “muy interesante, Omar; solo corregimos algunos giros y la acortamos un poco, para adecuarla al estilo VDN. Andá preparando otra nota para la próxima”.

Efectivamente, el resultado era muy bueno. Lo que no era muy bueno era su parecido con el original, que -felizmente- había sido acortado y reformulado a tal punto que me costaba reconocerlo.

Hombre de no muchas palabras en las reuniones de coordinación, normalmente sus intervenciones eran justas y algunas veces -su voz era fundamental para ello- rotundas y cortantes. Con el correr del tiempo me fui dando cuenta de que esas exposiciones estaban acompañadas por un pequeño pero perceptible cierre de sus ojos y una extensión en la comisura de sus labios, que revelaban que era una afirmación con un contenido humorístico, de broma, o de ironía.

Es que siempre, y aún en momentos muy difíciles de su vida, Nicolás se expresaba con amabilidad rayana en la cortesía, con inmensa simpatía y con un alto contenido de humor en todas sus expresiones: humor fino, delicado y también punzante. 

Ese humor está presente en unas cuantas de sus notas en Vadenuevo, las que recomendamos leer (o releer) pues les harán pasar momentos muy alegres y también pensar en temas sociales y políticos de importancia a los que Nicolás refiere en clave de humor, con ironía, sin llegar a la insidia.[1]

Estos artículos matizan un universo de seriedad, profundidad y compromiso que determinan que la colección de trabajos de Nicolás Grab en Vadenuevo signifique un verdadero tesoro de información, ideas y razonamientos al que recurrimos constantemente en apoyo de nuestras expresiones.

Su enfoque humorístico y su forma coloquial nos hicieron recordar las inolvidables y entrañables “Charlas con Juan Julio”, que Julio E. Suarez, Peloduro, desgranaba tarde a tarde en la radio El Espectador de los años 60 del siglo anterior, recopiladas por  Jorge Sclavo, habitual colaborador de VDN.[2]

Durante la década en la que se vinculó a Vadenuevo (publicación mensual), Grab publicó casi una centena de artículos sobre diversos temas; de ellos, una veintena están escritos con un tono o enfoque del que se desprende un evidente contenido humorístico.  

Particularmente graciosos son algunos relatos de su peripecia exterior, durante el largo exilio al que lo sometió la dictadura.  

Veamos una pequeña muestra de lo que el lector podrá encontrar repasando la Colección de Vadenuevo o en los artículos incluidos en la tabla elaborada al final de este artículo. (También podrán encontrar una lista específica, conformada por todos los artículos escritos por Nicolás Grab desde nuestros inicios como medio digital a través de este enlace).

….......

Por ejemplo, Zozobra y pavor en Ginebra es el título de un cuento -en realidad una historia- breve, relatada en formato suspense jocoso, con vuelta de tuerca incluida: 

El señor X parecía un hombre de unos 36 años y diez meses, a lo sumo once. Mi proverbial capacidad fisonomista me permite evocarlo perfectamente y por cierto que nunca olvidaré su aspecto, que aquí te describiré como lo tengo grabado con indeleble precisión. Era un hombre de sexo masculino, tez del color general de su piel, cabello concentrado en el cráneo y zonas adyacentes, iris de color y pómulos bilaterales. Presentaba nariz, boca y mandíbula frontales y sendas orejas a ambos lados de la cabeza, sin otras particularidades. Vestía ropa.

Nosotros, después de salir del auto, caminamos con displicente elegancia y aplomo hacia la puerta de vidrio para entrar en la planta baja del edificio y dirigirnos al ascensor. Y fue en ese trayecto, antes de llegar a la puerta, cuando ese séptimo sentido que me diferencia de los que pretenden tener seis me hizo captar, vagamente todavía, que alguna pieza del rompecabezas no encajaba, para decirlo con esta imagen tan oportuna y que tan bien me ha salido. (...)

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Nicolás inicia La odisea de mi portafolios, bromeando: 

Como mi biografía no se enseña todavía en las escuelas, no tengo más remedio que empezar con dos palabras sobre mí para que puedas entender este relato.

Cuando Armida y yo estuvimos exilados durante la dictadura, mi noble profesión de abogado no me resultó muy apta para cubrir las prosaicas necesidades materiales de la vida. Entonces me reciclé al noble oficio de la traducción documental y puse mis dotes al servicio de las Naciones Unidas y otras organizaciones. Después, vueltos del exilio, he seguido ejerciendo esa digna actividad que hasta hoy nos alimenta, y casi todos los años he condescendido a aceptar contratos para desempeñarla en Nueva York o en Ginebra.

Así ocurrió que también en 2007 cumplí un contrato en Ginebra”.

Luego cuenta el percance tenido con la pérdida de su cartera: “Esa escala en la ida, en el Aeropuerto Charles De Gaulle de París, dio lugar a un contratiempo menor: yo llevaba un portafolios, y cuando estábamos entrando en el avión para Suecia advertimos que ese portafolios no me acompañaba. Hay diversas escuelas de pensamiento sobre dónde y cuándo lo dejé, pero importa menos dilucidar ese detalle que consignar el hecho. El portafolios no estaba. No era muy grave porque en realidad solo contenía nuestros pasajes de avión para seguir viaje a Ginebra y después volver a Montevideo, mi contrato para trabajar en Ginebra, el certificado médico que me habilitaba para hacerlo, los documentos del auto que íbamos a usar, los enseres de la lentilla de mi ojo derecho, una camarita de fotos y su cargador y unas cuantas cosas de interés aun menor. (...)”

Al final, luego de hacer un pormenorizado relato de la peripecia burocrática para encontrarlo, culmina su relato:

¿Vos sabés de algo o alguien que haya estado en Dubai dos veces? Yo tengo un portafolios que estuvo”.

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La exportación del tongo [3] es una sarcástica crítica al diario “caganchero” (léase, ubicado en la plaza De Cagancha, conocida como plaza Cagancha, en el centro de Montevideo).

El diario El País (a ver si nos entendemos: no me refiero al de Madrid, sino al nuestro, el adalid de la libertad y la democracia, el que era vocero de la dictadura) no es mi lectura favorita. Pero a veces vale la pena reparar en él.

Hace unos días presentó en primera plana un título a cuatro columnas. Yo de tipografía y esas cosas no sé nada y no te puedo decir el tipo de letra; pero me vas a entender si te digo que eran grandotas y bien gordas. Y decía así: "EL CAMPO RECORDÓ PROMESAS DE MUJICA Y FUSTIGÓ IMPUESTO".

¿Vos viste?, a veces te pasa que se confirma una cosa que ya habías pensado que iba a ocurrir, pero eso no te da ninguna satisfacción. Lo viste venir y la vida te da la razón, pero lo único que sentís es la bronca o la repugnancia por la cosa misma. Y bueno: yo, cuando vi ese anuncio de que "el campo recordó promesas de Mujica…", pensé algo así:

- Ta. Tomá para vos. Ya lo tenemos acá también, ya lo copiaron.

Porque no sé cuánto tiempo hace que me viene fascinando una cosa que pasa enfrente, en Argentina.

En Argentina, cada vez que los estancieros arman lío, todo el mundo habla de lo que hace "el campo" y lo que dice "el campo". No los dueños de mucho, mucho campo. No las organizaciones de estancieros. No las "entidades rurales". Y no pretendamos que hablen de la oligarquía vacuna o algo así. (Es un chiste, no te asustes.) No. Si leés los diarios, si mirás la televisión, y hasta si escuchás a los argentinos, te cuentan por qué protesta el campo y las cosas que amenaza hacer el campo. (...)”.

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Elogio de la Publicidad es una desopilante joya de la ironía:

No hay que meterse a hablar de cosas de las que uno no sabe. No es cuestión de moral, sino de no meter la pata. Si no sabés nada de electricidad, como me pasa a mí, y querés una lamparita de 60, pedí una lamparita de 60. ¿Qué te importa a vos si los 60 son voltios o vatios o amperes o las olas de la mar en coche? Pedís "una lamparita de 60" y no tenés problema ni pasás calor.

Si yo cumpliera el sano consejo que te acabo de regalar, no escribiría este artículo porque yo de publicidad no sé un comino. Pero lo tengo que hacer porque es una deuda de honor. Son demasiados los momentos de deleite estético e intelectual que he tenido y que sigo disfrutando cada día gracias a la publicidad. (...)

En el primer trabajo de mi vida tuve un compañero que también trabajaba en publicidad, y por cierto que era bueno. Le encantaba contar una historia, supuestamente verídica (…) Yo la cuento como puedo después de 53 años. Aquí va: Cierto genio de la publicidad caminaba por las calles de su ciudad y se encontró con un pordiosero ciego. Estaba sentado en el suelo y mostraba una pizarra cuyo texto anunciaba que era ciego y que pedía una moneda. Entonces, nuestro protagonista le dijo que no le iba a dar ninguna moneda, pero sí algo mejor. Y sacándole la pizarra, la borró y en su lugar escribió esto: "Es primavera pero yo no puedo verla". (…)

Ya que estamos, dejame hacerte una recomendación, de puro pierna y sin relación con el tema. ¿Viste qué bueno está Vadenuevo? ¡Todos los artículos, este mismo sin ir más lejos! Conviene leerlo siempre; sale el primer miércoles de cada mes. No te lo pierdas

Porque tú lo vales”.

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En la Lección de Historia Patria, Nicolás rememora gozosamente costumbres y usos a los que eran sometidos los habitantes de Montevideo en los años 50 del siglo pasado:

Está clavado que los chirimbolos nuevos, como los celulares y las computadoras, nos han cambiado la vida un montón. Ni qué hablar. Tanto que la muchachada no se puede imaginar la vida sin esas cosas, y te miran con lástima porque de botija no las tuviste.

Pero yo te digo que no es solo eso. La vida antes era muy distinta, y no solamente por los chirimbolos. ¡La flauta, si sería distinta…!

* * * * *

Fijate los ómnibus. Paran.

Te quedaste pensando…. ¡No entendés, ¿eh?! Bueno: te lo explico. Eso de que los ómnibus paren fue una novedad. Antes no paraban.

Está bien, te lo explico mejor. Si una dama le hacía señas al conductor desde la parada para subir, o le chistaba al guarda para bajar, el ómnibus paraba. ¡Somos caballeros, che, epa! Pero si el que quería bajar o subir era varón, el chofer frenaba un poco en la parada para que el pasajero pudiera tirarse (si bajaba) o calzar el barrote y saltar al estribo (si subía). ¡No somos maricones, che, epa! No saber tirarte del ómnibus en marcha te requemaba para toda la zafra. Era la risa cuando le pasaba a algún extranjero beninún. Eso se aprendía como se aprende a hablar o a caminar (…)

Te digo que cuando aparecieron las carrocerías con esas puertas que se abrían y se cerraban dando un bufido, aquello impresionó. Se terminaba el atletismo en el transporte colectivo. Era deslumbrante pero también era un poco traumático; sentías como que te estaban entreverando la escala de valores. (...)

En la plataforma, junto al estribo, era el puesto de trabajo del guarda, que no tenía asiento y que tampoco se sentaba aunque hubiera lugares libres. Ahí estaba la punta de la chaura que accionaba la campanilla en la cabina del chofer, su medio de comunicación con él. El guarda tenía con su campanilla una relación de amor posesivo y celoso. Si un pasajero que quería bajar, en vez de chistarle al guarda para que lo anunciara al chofer con un tirón de la campanilla, le daba ese tirón él mismo para ahorrarle el trabajo, te garanto que no doy mucha plata por la vida del pasajero. ¡Era pecado imperdonable! La campanilla era del guarda, toda suya y solo suya. ¡Guambia con tocar esa piola!

El código de señales de la campanilla no equivalía a muchos KB de ahora, porque en principio las señales oficiales no eran más que dos. El campanillazo único quería decir "frená en la parada" y el doble, chin-chin, era "dale nomás". Pero el guarda le sacaba mucha más música a su instrumento porque había matices que transmitían otros mensajes. Cuando daba un solo campanillazo pero no soltaba la chaura, sino que la mantenía tirante con el martillo apretado contra la campana, era señal de alarma: "¡pará, pará que hay lío!". Los dos campanillazos podían ser rápidos o pausados, y eso tenía significados. El campanillazo múltiple e insistente pedía "dale y no le pares a nadie": era la orden que daba cuando el coche arrancaba con mucho pasaje colgado. (...)”.

Nicolás terminaba con una reflexión:

Yo te digo: si de veras pensás hacerte ese viajecito en la máquina del tiempo al Montevideo de 1950, yo que vos pedía boleto de ida y vuelta”.

….......

Sonrisas es un artículo político, que utiliza con gracia sin par el vehículo de un fino lenguaje humorístico con alto grado de acidez:

Los bebés, durante cierto período, suelen reaccionar a la presencia de un adulto sonriéndole. Dicen que la explicación es sencilla. En comparación con otras especies, el bebé humano es una desgracia de indefensión y depende por completo de la protección que le den. Entonces, busca esa protección seduciendo al adulto que se le aparece. Otros dicen que no es eso, y que simplemente es su modo de comunicarse. Como sea: pero el hecho es que te ve y sonríe. (...)

Pero en esto el bebé no es un caso único. Hay otra categoría entre los seres vivos (en todos los sentidos de esta última palabra) que, aunque por otras razones, hace lo mismo y en la misma forma automática.

Son los políticos. (...)

Dondequiera que haya un político, la presencia de público o de cámaras pone en acción sus 17 músculos. Si no trae la sonrisa puesta, ¡zas!, y ya se la puso.

Él tampoco tiene que aprenderlo en sus estudios. Por supuesto que cualquier asesor de imagen, o publicista, o como se llamen esos señores que dicen que saben de estas cosas, le dirá que debe sonreír, en lo posible siempre. Un político tiene que parecer simpático. Una expresión ceñuda es un suicidio. Pero si el político necesita que le expliquen esto, no sirve para político y eso no se arregla poniéndose la sonrisa. El político, como el bebé, ni estudia el asunto ni razona y decide que le conviene sonreír. Sonríe.

Y ojo que no se trata de cualquier sonrisa. Sonrisas hay de muchos tipos, y no cualquiera sirve. Acá no es cuestión de sonrisas enigmáticas estilo Gioconda. Ni una sonrisa despectiva del tipo "te tengo en mis garras, chico", ni la sonrisa nostalgiosa de Gardel cantando Mi Buenos Aires Querido. O la sonrisa ávida del Tío Rico Mac Pato cuando está contando sus monedas. No, no.

La sonrisa que sirve no es cualquiera. A ver si te explico. Tiene que ser una sonrisa franca, dinámica, firme. Tiene que mostrar la limpieza del alma, la solidez del empeño, la vitalidad, todo eso. Es difícil dar la idea con palabras, pero yo sé cómo te la puedo transmitir clarita. ¿Vos te acordás de la explicación del senador Gustavo Penadés en la última campaña, sobre su "informativo" del arsenal de Feldman? (O, pensándolo mejor, cualquier cosa que le hayas visto decir, sobre lo que sea.) Bueno: eso. (...)”.

….......

Una maravilla del pensamiento prospectivo de Nicolás es Mi aporte a la Teología:

La revolución digital está en todo. No hay cosa en que no haya influido.

¿Cómo podría, entonces, no influir en la religión? Pues claro que influye. Basta ver su presencia en las grandes instituciones religiosas. Hoy el sucesor de San Pedro lleva Su palabra a la grey católica por Facebook, Twitter, YouTube, RSS y Flickr. La organización judía United Synagogue of Conservative Judaism, de Estados Unidos, que se proclama conservadora, se limita (¿tal vez por eso?) a Facebook, Twitter y Flickr.  La Iglesia Anglicana tiene ingreso en nuestros hogares con su propia sección de YouTube, además de estar en Twitter y tener su propio blog como todos los Obispos de la Iglesia de Inglaterra. La Federación Luterana Mundial nos exhorta a seguir su prédica en Twitter, Facebook y YouTube. El Colegio de Umbanda Sagrada, que también está en Facebook y Twitter, ofrece un Curso ONLINE de Teología de Umbanda en español, (...)

Vos fijate. En el Juicio Final, Dios va a hacer justicia perfecta; está anunciado así. Ahora, eso no es fácil. Aunque Dios sepa todo y sea todopoderoso, con eso no lo arregla. Andá a saber por qué Dios se mandó esa promesa de una justicia perfecta, pero ahora se va a tener que bancar las consecuencias. Garantías procesales, presunción de inocencia, igualdad de las partes, la mar en coche. Va a necesitar prueba sobre todo lo que se plantee. No alcanza que tenga toda la información: va a necesitar pruebas para refutar las argucias de la defensa. ¿Te imaginás la de cuentos chinos y vivezas criollas que va a haber? (...)

Yo no sé si la Teología se ha planteado este lío. Pero me parece que la solución la tenemos justamente ahora, con esto de las computadoras. Digo yo: puesto que Dios es todopoderoso, es evidente que tiene que estar registrando todo lo que ocurre, aunque no sepamos en qué soporte ni con qué formato. Si te ponés a pensarlo, es bien interesante. Imaginate vos el volumen de esa información, desde la metida de pata de Adán y Eva con la manzana hasta ahora, y encima todavía el futuro que queda. (...)

Consecuencias en la Teología, ni te digo; ¡qué macana que en eso no hay Premio Nobel! Pero para la vida práctica también. Porque esto quiere decir, ¡hacete a la idea!, que hoy mismo existe un depósito de información en que está registrado todo el pasado, con todos los detalles. Como si fuera un Google Earth que en vez de mostrarte la geografía te muestra la historia, con "Street view" y todo. No sabemos cómo se almacena eso, pero ahí lo tenés, o mejor dicho vos no lo tenés pero está ahí en alguna parte. Ahora, ¡ponete a pensar en las consecuencias! Si todo está documentado, ¿cuántas cosas pueden cambiar en nuestra vida de todos los días? Imaginate un problema cualquiera. Te chocaron el auto en una esquina, o el nene se agarró a los tortazos con otro en la escuela, y se armó berrodo sobre quién tiene la culpa. ¡Pues bien, señor! ¿Qué problema? ¡Es una papa! Hacés una gestión ante Dios y la presentás en cualquiera de sus dependencias. (...)

Y todavía, ¡te digo más!, recién caigo en que estoy razonando fuera de siglo. ¿A santo de qué vas a presentar un escrito? ¡Si estaré fuera de onda, lo único que me faltó es hacértelo escribir en papel sellado con timbres…! No, claro que no: eso se hará por Internet, por el Portal del Registro General Universal o como se llame, desde tu casa o con el celular si andás por ahí.

Se acabaron las mentiras, los engaños, las injusticias. ¡Y eso es lo de menos! ¡Vamos a lo que importa! ¿Cuánta guita se va a ahorrar gracias a esto? Pensá sin ir más lejos en la Policía, que ya no tendrá que aclarar los crímenes porque los tendrá resueltos, o el Banco de Seguros con los accidentes, que no tendrá que investigar nada porque le dan la solución en bandeja. ¿Y cuántas cosas más? ¡Una economía de la gran flauta y todo de upa!

Te digo ya ahora el gran tema de las elecciones uruguayas de 2014, y vos acordate: ¿destinamos ese ahorro a bajar el IVA o el IRPF?

….......

Terminamos con la descacharrante versión que hace Nicolás de un informativo vernáculo en Bienvenidos a las noticias.

— Y entramos, amigos, en el último tramo de nuestro Informativo Mayor, en esta jornada cargada de noticias.

— Pasaremos ahora a las novedades en el ámbito judicial. Ya venimos.

(Tanda publicitaria)

— Se llevó a cabo en el Gaucho Room del Star Palace Hotel el lanzamiento de la exclusiva línea de perfumes y cosméticos "Liv mi alóun", que la firma Pódex S.A. presenta en el mercado uruguayo. Ante una selecta concurrencia que contó con destacadas personalidades del ámbito local, destacó la importancia del evento el señor Fallace Buggiardo, Sénior Deséptiv Márqueting Adváiser de la casa matriz de Pódex, a quien vemos haciendo uso de la palabra durante el ágape que se ofreció.

— Daremos línea ahora, amigos, a nuestro corresponsal en nuestro principal balneario, que nos ilustrará sobre las novedades en la marcha de la temporada turística.

— ¡Adelante, Menganito, te escuchamos desde Punta del Este!

— Hola, Fulanita, hola, Fulanito y un saludo a la audiencia de Tele Banto. Nos encontramos acá en lo que es la ciudad de Punta del Este, más precisamente en lo que es, bueno, lo que tiene que ver con la Playa Mansa, en lo que significa nuestro principal centro turístico veraniego, que por cierto está luciendo sus mejores galas, para informarles sobre todo lo que se relaciona con lo que está siendo, bueno…, la marcha de las actividades de esta temporada en nuestras hermosas playas del este. Nos encontramos aquí en medio de lo que bien podríamos llamar el "yet set" puntaesteño, que como ustedes pueden apreciar está luciendo, bueno…, sus mejores galas. (...)”.

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