Gustavo Fernández

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NICOLÁS GRAB. IN MEMORIAM

 Publicado: 18/03/2020

Menos juez y más parte


Por Marcos Ibarra


Mi vínculo con Vadenuevo se inició con Fernando Olivari. Pocos meses después, Fernando se retiró y el nuevo contacto pasó a ser Nicolás Grab. Mantuvimos un vínculo virtual en lo público y en lo personal. En lo público, un vínculo genérico dado a través de las noticias que me llegaban sobre su gestión en el Comité de Ética del Frente Amplio y, en particular, en el caso Sendic; más sus notas en la revista. En lo personal, siempre relacionado a la revista y mi tarea, que se remite a colaborar en la coordinación de imágenes y textos literarios. En oportunidad de presentar un libro, Nicolás apareció en el evento a saludarme y se presentó: un tipo sonriente y amable, tal como el que había estado contactando; pero ya nunca nos vimos personalmente otra vez.

Así que mi testimonio es descartable, es un residuo que queda del trato virtual y escaso con una persona, y si lo estoy compartiendo es porque a la hora del homenaje me siento en falta: aprendí mucho de Nicolás en esos breves espacios de comunicación y es un aprendizaje que deriva más de lo intuitivo/afectivo que de alguna anécdota trasladable. Sentirme en falta alcanza para darme cuenta que hay una señal importante que me trasciende. De la persona Nicolás Grab, de la que me llegaban los mensajes, se destilaba una grandeza ejemplar, en el sentido que pasó a ser para mí un referente con el que compararme, para tratar de absorber el gen de esa grandeza. No hablo de la grandeza solemne sino de la que, sin reconocerse como tal, funge. 

¿Qué átomos se mueven alrededor para que estos efectos sean posibles? Es difícil saber y fácil encontrar información al respecto. En este caso particular, digo que se trata de un efecto inevitable, algo de lo que Nicolás estaba ajeno y no lo consideraba de relevancia, ya que era su manera de ser sin plan de acción para el reconocimiento. Cuando uno enciende el radar en una sociedad complejizada en materia de comunicaciones sensibles, detecta este tipo de personas que han mantenido una práctica de vida que uno considera modelo, no para imitar o copiar mecánicamente, sino como estímulo para no abandonar el pelotón: renovar la fe en los individuos capaces de hacer la diferencia que buscan siempre los cambios, sin necesidad de mover montañas ruidosas. Que nunca falte el pan y que nunca falte la persona amiga por su estilo de vida, que se convierte en un guía involuntario; alguien a quien se llora cuando muere y, a la vez, con cada lágrima secada, alguien que nos recuerda todo lo que se puede hacer para el homenaje verdadero: ser menos juez y más parte. ¡Salú Nicolás!

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