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EL FIN DE LA “ERA MERKEL”
Alemania: unas elecciones federales diferentes
Por Cristina Retta
Las elecciones más competitivas de la historia
En efecto, de acuerdo a los pronósticos electorales, a fines de agosto de 2021, el partido conservador de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), mayoritario hasta hace poco, se ubica hoy en un 23% de intención de voto, el Partido Social Demócrata (SPD) también contabiliza 23%, y en un tercer lugar el partido de Los Verdes obtiene un 18%. El resto de los partidos con representación parlamentaria se ubica en los sondeos con porcentajes menores. Así, los Liberales (FDP) contabilizan un 12% de intención de voto, la ultraderecha AfD 11% y La Izquierda, Die Linke, 7%.
Los distintos medios de difusión destacan el carácter reñido de estas futuras elecciones donde, por primera vez en la historia política del país, compiten tres candidatos para el cargo de Canciller federal: Armin Laschet por la CDU/CSU, Olaf Scholz por el SPD y Annalena Baerbock por Los Verdes.
De izquierda a derecha, el candidato socialdemócrata del SPD, Olaf Scholz; la candidata por los Verdes, Annalena Baerbock; y el candidato conservador de la CDU/CSU, Armin Laschet: los candidatos a las elecciones del 26 de septiembre. AFP. Tomada del El País de Madrid, 29.08.2021
Un triell singular
Este 29 de agosto se ha realizado por las cadenas privadas RTL y NTV un debate televisivo donde se enfrentaron los tres candidatos (de ahí que los alemanes hablen de triell, en asociación acústica al término alemán duell). Las recientes encuestas confirmaron la caída porcentual de los conservadores liderados por el centrista Armin Laschet, que meses atrás adelantaba a la Socialdemocracia del SPD en casi 20 puntos.
Diversos factores explican la caída de Laschet tomando en cuenta diversas actitudes personales del político[1] (entre ellas, por ejemplo, el hecho que fuera filmado riéndose junto a otros políticos regionales en segunda línea, mientras el presidente federal Frank-Walter Steinmeier hacía una alocución a raíz de las inundaciones recientemente ocurridas en Renania Palatinado y en Renania del Norte-Westfalia; también otras modalidades de propaganda electoral por él utilizadas fueron duramente criticadas: su aparición junto a unos mineros de carbón en actitudes casi ficticias, no gustaron a parte de sus simpatizantes). Su imagen decayó de tal manera que la canciller Ángela Merkel ha aparecido recientemente respaldándolo, en un acto electoral.
En general, en el último año toda la línea política oficial del actual gobierno de coalición (CDU/CSU-SPD) ha venido siendo severamente criticada. Desde el manejo de la crisis sanitaria del coronavirus, pasando por la catástrofe que significaron las inundaciones en dos de los Länder occidentales más grandes en extensión y población del país, hasta el candente tema de la retirada de Afganistán. Algunos medios de comunicación como, por ejemplo, el semanario Focus,[2] lo expresa con rotunda claridad en su editorial de la penúltima semana de agosto: la ineficiencia con que actuó la política oficial alemana es inaceptable. Y cita ejemplos: la falta de barbijos al principio de la crisis sanitaria del coronavirus; el hecho de que luego de las inundaciones en el occidente del país muchas sirenas estuvieran fuera de funcionamiento por motivos de costos, impidiendo así que muchos ciudadanos pudieran ser avisados a tiempo del desastre en ciernes y de esa forma poder evitar muertes.
A su vez, antes de la crisis en Afganistán, la embajada alemana en Kabul había advertido a tiempo de lo que se avecinaba y, sin embargo, el Ministerio de Relaciones Exteriores (Heiko Maas, ministro perteneciente al SPD) hizo oídos sordos a esas advertencias que, tomadas en consideración en su momento, hubieran permitido al menos organizar una evacuación más ordenada. Todos estos lamentables episodios tuvieron muchos costos en vidas humanas que pudieron ser evitados. A todo ello se agrega la incompetencia digital (retraso en materia cibernética), que imposibilita respuestas rápidas con repercusiones a todo nivel. En fin, se critica el hecho de que nadie se responsabilice a nivel gubernamental por todas estas fallas.
Armin Laschet y Olaf Scholz representan el statu quo, la continuidad con el período anterior (gobierno de coalición CDU/CSU- SPD), como vimos, muy criticado actualmente.[3] La candidata de Los Verdes, Annalena Baerbock se presenta como opción de cambio. Sin embargo, su porcentaje de aceptación ha decaído bastante en el último tiempo. Varios factores tuvieron incidencia en este hecho, algunos analistas, y obviamente el propio partido de Los Verdes, insisten en definirla como víctima de una “sucia campaña de desprestigio”. Sin embargo, cada una de las críticas con las que fue señalada, ha tenido bases muy reales de sustentación: plagio en una publicación de su autoría, aspectos inconsistentes en su curriculum vitae, omisiones en su declaración de impuestos; todas críticas que la candidata ha rebatido fervorosamente.
Aspectos concretos del debate (Triell)
El primer debate electoral (habrá otros dos el 12 y el 19 de setiembre) frente a las elecciones del próximo 26 de setiembre, se caracterizó por el respeto mutuo entre los contrincantes. Todos evitaron hablar mal del contrario. La disposición de los tres atriles de la discusión, ubicados en semicírculo, otorgó el centro a Annalena Baerbock (Verdes). Ella fue la más contundente en sus argumentos tendientes a atacar a sus contrincantes a diestra y siniestra, en especial al conservador Armin Laschet (CDU), y también a Olaf Scholz (SPD), a quienes en forma reiterada reprochó la falta de acción, el dejarse estar ante los graves hechos que generaron las crisis de los últimos meses. Concretamente, la candidata verde espetó a Laschet el carecer totalmente de planes.[4]
La publicación en línea de Der Spiegel sintetiza en su publicación pos debate el clima dominante en el evento: “Dos confrontados y uno que escucha” (Zwei greifen zu an, einer Hört zu). [5]Por el “que escucha” hace referencia a la postura mesurada de Scholz, el candidato socialdemócrata. El veterano político, se mantuvo fiel a su modalidad que, pese a su bajo perfil, le permitió ganar en este año muchos puntos en intención de voto a su partido, que llegó a superar en las encuestas a la CDU de Merkel por primera vez en 15 años. Lo dice con claridad la reportera española Elena Sevillano: “Su rostro imperturbable y su tono de voz monocorde le vinieron muy bien para pasar desapercibido, que era lo que pretendía. Fue el político experimentado, serio, ¿aburrido?, que con fama de buen gestor no se mete en el barro y se limita a contestar lo que le preguntan sin hacer aspavientos”. Como resultado, tras el debate de ayer, la encuesta rápida de Forsa lo dio como ganador, con el 36% de aprobación, frente a un 30% para Baerbock y un 25% para Laschet.
En el debate, los temas medulares fueron la guerra de Afganistán y el coronavirus. En general, frente a estos temas, los tres contrincantes tenían posturas cercanas. Coincidieron en que las mascarillas (barbijos) fueran obligatorias en interiores, que la vacuna no debía ser obligatoria para ninguna profesión y que en el próximo otoño las escuelas continuaran en forma presencial.
Respecto al conflicto afgano, ninguno de los tres se jugó por una definición precisa. Laschet consideró desastrosa la actuación de Occidente en la región, al igual que la del gobierno alemán. Mientras Baerbock pidió mejorar el equipamiento de los soldados alemanes, Lachet dijo que Europa debería fortalecerse militarmente para poder proteger un aeropuerto como el de Kabul prescindiendo de Estados Unidos. El tema de los refugiados fue soslayado.
La crisis climática ocupó buena parte de la discusión. La candidata de los Verdes acusó a sus dos contrincantes representantes de la coalición de gobierno (CDU/CSU-SPD) de no haber hecho lo suficiente y reiteró la mentada propuesta de su partido de abandonar los motores de combustión en un futuro no lejano (2030 y no 2038), argumento rebatido por Laschet en el sentido de ir contra la industria y todo lo que ello involucra. ¿Quién pagará los costos a todo nivel del abandono del carbón? ¿Nuevos impuestos y/o suba en los costos de energía? Estas preguntas concretas quedaron sin responder.
La pobreza infantil que afecta a uno de cada cinco niños en Alemania fue otro tema de contrapunto que levantó Baerbock, quien propuso destinar 10.000 millones de euros a planes de protección infantil. En este punto, sus reivindicaciones coinciden con las de los socialdemócratas.
Un punto candente del enfrentamiento entre el candidato conservador y el socialdemócrata tuvo que ver con los probables pactos con Die Linke, La Izquierda, el partido de los comunistas. Laschet exigía que se asegurara que no se pactará con Die Linke. Curiosamente, el tema del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), con una intención del voto del 12%, ni se mencionó en el debate. Se hace evidente el cordón sanitario que frente a este grupo pretenden realizar todos los partidos.
Balance del debate
Como todo debate preelectoral, los candidatos procuraron dar lo mejor de sus respectivas imágenes y ha sido una exposición superficial de sus posicionamientos, sin comprometerse en los temas más álgidos en cuestión: financiamiento de ciertas políticas, el problema de los refugiados afganos, entre muchos otros puntos que por razones de tiempo y de estrategia no fueron tratados.
En Vadenuevo de abril de 2021, ya habíamos presentado en otra nota (“Elecciones Federales en Alemania”) a estos tres principales partidos políticos enfrentados en la carrera por el poder, donde señalábamos que las fronteras entre conservadores, verdes y socialdemócratas aparecen desdibujadas; el marco ideológico dentro del cual funcionan es el mismo. La mayor diferencia aparece ahora en el peso puesto en las cuestiones ecológicas, el cambio climático en primer plano, postulados defendidos a ultranza por Los Verdes.
Las cuestiones económicas de base, la distribución de la riqueza, no aparecen en ninguna de las plataformas de estas tres opciones, mostrando cambios significativos. Se continúa dentro de propuestas que giran en torno a una economía de mercado, con mayor o menor énfasis en lo económico-social según el partido del que se trate. De acuerdo al resultado de las elecciones, se armarán coaliciones más o menos progresistas. Esto tendrá su repercusión a nivel de la Unión Europea (UE), que verá a sus representes variar de acuerdo al matiz predominante en la elección.
Se suma un importante referéndum: Berlín vota si expropia a los especuladores inmobiliarios mayores[6]
El 26 de setiembre los alemanes no solamente votarán al sucesor de Ángela Merkel, a los miembros del Bundestag, al próximo alcalde de Berlín y a los representantes de los 12 distritos de la capital, sino que también estará la papeleta relativa al referéndum que tiene contra las cuerdas a las mayores empresas inmobiliarias del país. La gran pregunta será si quieren que el gobierno de Berlín expropie 240.000 viviendas a los gigantes inmobiliarios (solo los que tienen más de 3.000 pisos), que durante lustros han estado acaparando miles de apartamentos, generando subas exorbitantes en los alquileres capitalinos. Cabe aclarar que en Alemania hay un predominio de inquilinos sobre propietarios, a nivel poblacional. En esto Berlín bate el récord: más del 85% de los berlineses no son propietarios de los apartamentos que habitan. En el último lustro, los alquileres subieron un 43%, lo que ha provocado que para la clase media y baja se vuelva cada vez más difícil tener acceso a viviendas en zonas céntricas.
En 2018 se creó la “Deutsche Wohnen & Co enteignen” (Expropiar Deutsche Wohnen), compañía que ha recogido firmas necesarias para la realización de este referéndum (según la legislación berlinesa, fueron necesarias un 7% de las firmas para su realización).
La base legal de esta consulta es el artículo 15 de la Constitución alemana, según la cual: “Con fines de socialización, el suelo, los recursos naturales y los medios de producción pueden ser situados bajo un régimen de propiedad colectiva […] por una ley que fije el modo y monto de la indemnización”. Un artículo que nunca fue aplicado desde la aprobación de este texto legal en 1949.
De ganar este referéndum, Berlín tendría que pagar un precio “equitativo” a los grupos inmobiliarios. Este punto genera, obviamente, posiciones encontradas y mucha polémica.