Donato Marrero

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DERECHOS HUMANOS, RIQUEZA Y FASTUOSIDAD

 Publicado: 07/12/2022

Lecciones no futboleras de Catar


Por Martín Buxedas


En el informe 2021-2022, Amnistía Internacional ofreció un amplio panorama acerca de las severas limitaciones de los derechos humanos en Catar.[1]

En cuanto a la organización del Mundial, lo que más llamó la atención de los medios de comunicación fue la muerte de trabajadores durante la construcción de la infraestructura asociada, que algunos estiman en más de 6.000. La Deutsche Welle, el multimedio del gobierno alemán para el exterior, la denunció en términos particularmente expresivos: “Es el Mundial de la vergüenza por los muertos en las obras, sin reconocer ni indemnizar”. Para la FIFA, los muertos fueron tres.  

Las protestas de algunas autoridades, equipos y jugadores del fútbol europeo tuvieron éxito en la promoción de los derechos LGBTIQ+.

Además de los derechos humanos, se han expuesto dudas sobre si se pasó dinero por debajo de la mesa para que la FIFA seleccionara a Catar como sede de este Mundial, un extremo que aún no ha sido comprobado. Esa sospecha tiene como antecedente el monumental escándalo por corrupción en la FIFA, que involucró a unos cuantos directivos, de los cuales unos pocos fueron a la cárcel, un tipo de alojamiento más bien reservado a los pobres.  

Los medios de comunicación también mostraron las “babilónicas” infraestructuras construidas para el evento, incluyendo paredes revestidas de oro. Pero lo que no estuvo presente es la interrogante de cómo es posible tanto dispendio de recursos y tanto impacto ambiental, quizás porque tiende a reconocerse como natural o inevitable que los propietarios de grandes recursos naturales tengan derecho a las rentas y a utilizarlas como se les antoja.

Incluso a quien abra esa interrogante puede respondérsele: “es el mercado, estúpido” o, simplemente, es el mercado, un trato más respetuoso que el elegido por el expresidente de Estados Unidos, Bill Clinton, en aquella otra ocasión. Pero también cabe insistir y ampliar la pregunta: ¿es justa la concentración de rentas en manos de propietarios de recursos regalados por la naturaleza y el desquicio a que da lugar su uso?

Para dar respuesta a estas cuestiones, y al mismo tiempo otorgar un poco de lustre a este artículo, podemos retroceder a 1819, año en que el economista David Ricardo explicó la renta de la tierra y de las “minas”. Ricardo, uno de los más célebres economistas clásicos, demostró que la propiedad monopólica sobre la naturaleza no generaba valor, pero permitía apropiarse de una parte de los ingresos que generaba.[2]

Si bien en tiempos de Ricardo la más importante era la renta pagada a los dueños de la tierra de uso agrícola, en las últimas décadas la más espectacular es la originada en la propiedad de yacimientos de hidrocarburos, debido a su magnitud, concentración y uso dispendioso.

Originada en la renta de los hidrocarburos, la riqueza de la casa real de Catar (podría llamarse la oligarquía si no fuera que ese término solo se utiliza para la rusa) se estima en 335.000 millones de dólares: algo así como el PBI de Chile y Uruguay juntos, aunque todavía bastante menor al de la numerosa casa real de Arabia Saudita: 1.400 billones de dólares, magnitud que supera al PBI de España o de Australia.[3]

* * * * *

El mundial de Catar permitió exponer al mundo la discriminación de género, hacia la población LGBTIQ+ y, hasta cierto punto, la ausencia de derechos de los trabajadores.

Por el contrario, no condujo a expresiones de indignación y rechazo hacia la fastuosidad a que da lugar la enorme concentración de riqueza captada exclusivamente por la propiedad de recursos otorgados por una sola vez por la naturaleza, algunos de los cuales estamos agotando.

10 comentarios sobre “Lecciones no futboleras de Catar”

  1. Pan y circo es lo que lamentablemente quieren las masas. Yo deseaba que el seleccionado uruguayo de fútbol (que no es el Uruguay ni su gente) quedaran eliminados prontamente de este Torneo de la Vergüenza Mundial.
    Muy buena la nota.
    Graciassss

    1. Muchas gracias Nelly. Creo que en derechos humanos, por lo menos en occidente, hay avances, mientras tanto permanecen naturalizados otros temas.

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