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DE LIBROS QUE INTERPELAN
Guardianas del saber compartido
Por Taiana Carbonari Galván
“Guardianas”, de Emilia Díaz (Montevideo: Aguilar, 2020, 381 pp.), es una recopilación de historias de mujeres uruguayas, que tiene como objetivo “Dar voz a guardianas de saberes heredados, soñados, intuidos, estudiados, producidos y compartidos en Uruguay. Saberes que no necesitan ni togas ni aplausos; que se multiplican anclados a un territorio, a la naturaleza y a su gente”.[1]
Buscando acercarse y conocer un camino diferente, alejado de “la vara del progreso tecnológico y la ciencia” (p. 6), este libro construye una recopilación de relatos de diferentes mujeres uruguayas que tienen en común saberes transmitidos de generación en generación. Saberes atesorados que construyen comunidad.
Guardianas habla de mujeres sabias que nos permiten realizar un viaje a nuestro interior, hacia nosotros mismos, abrazar la vida de manera diferente, desconectarnos de lo que hoy nos invade para acercarnos a un mundo paralelo, que persiste y se hace sentir en cada relato aquí presentado.
En las páginas de este completo libro encontraremos también la esencia de su autora, que deja en claro su ánimo de guardarla en marcas en tinta de historia y de vida. Emilia, con sabias palabras y una narrativa descriptiva, nos acerca la historia de catorce mujeres y sus testimonios, cada uno entregado desde sus respectivos lugares. Ellas son, como afirma la autora, las guardianas encargadas de atesorar relatos históricos y costumbres, en representación de culturas diversas.
Es importante destacar que este trabajo es parte de un proyecto de accesibilidad que atiende y busca su difusión entre personas con dificultades visuales y auditivas. El libro cuenta con un índice en braille y códigos QR en relieve, lo que habilita el acceso al material audiovisual con subtitulado, descripción en audio y lengua de señas uruguaya.
El libro comienza con un prólogo que utiliza una interesante forma de escritura. Se divide en microrrelatos, todos encabezados por una descripción afín, por medio de la cual, a través de la narración, se nos acerca no solo la escritora y su proceso de creación, lo que ella llamará “primer plano de manos de mujer sobre teclado” (p. 5), sino también, a modo de bisagra, la posibilidad de tener una visión múltiple de su persona como escritora, madre, hija y mujer. Este prólogo cuenta también con una pequeña pero muy significativa apreciación de lo que el proceso creativo significó para ella y lo que pretende generar en nosotros, los lectores:
Conectar con nuestro propio poder de sanación es un camino sugerido por estas páginas. Mi deseo es que la lectura de las mismas despierte nuestra memoria y nos ayude a conectarnos, con la sabiduría necesaria para abrazar la autonomía y coherencia en decisiones que incumben nuestro bienestar comunitario, emocional, corporal y material.
La sección culmina con una clara invitación a la lectura, que sería el “primer plano de ojos que leen” (p. 10).
La historia se construye a través del recorrido que establece la autora por rincones del Uruguay, al frente de un pequeño equipo de trabajo y con un entusiasmo indescriptible que los anima no solo a enfrentar viajes a destinos poco conocidos, sino a acercarse de forma cautelosa a la historia que secretamente se conserva en cada una de las protagonistas, respetando sus vínculos, sus hábitos, aprendiendo de ellas, logrando entender la conexión que tienen con el mundo que las rodea.
El libro está estructurado de modo que, en la primera parte, se presenta quiénes son las catorce guardianas elegidas por la autora, una pequeña selección biográfica nos acerca a su historia, sus costumbres y vivencias. Investigadoras de plantas medicinales, yuyeras, mujeres conocedoras de oraciones sanadoras, acompañantes de partos domiciliarios, entre muchos otros saberes, dejan su historia al placer de los lectores, siendo estas, historias de vida y construcción de comunidad.
A continuación, surgen siete relatos, de siete guardianas que Emilia fue conociendo -proceso descrito de forma cautelosa, detallada y con una profunda delicadeza, que cuenta, además, con cálidas ilustraciones de Claudia Prezioso-. Blanca, Vilma, Ana Lucía, Ana, Nelly, Delfa y Rosaleem constituyen el primer gran bloque del libro. Seguidamente, la autora nos presenta bajo el título "Encuentro de yuyeras", tres nuevas guardianas: Mariana, Olibia y Carmen. Una tercera parte reúne, bajo el subtítulo "Círculos de luna", a cuatro protagonistas más: Isabel, Andrea, Florencia y Miriam. El libro finaliza con un segundo encuentro de las yuyeras (cabe destacar que los encuentros tuvieron lugar el mismo año, 2019, el primero en marzo y el segundo en octubre). Aquí no hay protagonistas, sino que el centro de esta sección consiste en la experiencia compartida, en la que, además, se evidencia un cambio de perspectiva de la autora: ahora el acento ya no está tanto en el registro como, más concretamente, en la vivencia, en el sentir como propio aquello a lo que antes se acercaba.
El libro culmina con un “bonus track”, suerte de bis o epílogo que inicia con una bendición náhuatl, y evoca una de las presentaciones del libro cuando aún se encontraba en vías de creación o, como se suele denominar en estos tiempos, cuando aún resultaba un "work in progress", concretamente en el marco del Tercer Congreso Internacional Interdisciplinario sobre Vejez y Envejecimiento. No solo relata aquí la experiencia vivida en dicho congreso, sino que, en general, nos permite evidenciar a través de sus palabras un enorme crecimiento personal, un cambio de perspectiva, un antes y un después de Guardianas. Esta sección culmina resumiendo parcialmente todas aquellas cosas que conoció y que le permitieron hoy en día llevar a cabo una vida diferente, hacer cosas más fácilmente, desde otra perspectiva, con otra conciencia.
Por último, la autora ofrece "piques guardianes" que describen simpatías para curar dolores, para activar el buen entendimiento, para combatir el estrés, para cambiar la pisada y objetivos similares. También se adjuntan recetas, reflexiones, melodías y poesías, materiales que fue recopilando en sus encuentros y que le dan broche de oro a este valioso libro.
Cada relato construye el camino que enmarca el encuentro con las protagonistas guardianas. Suma además valiosas descripciones de la autora, los sentimientos encontrados durante el aprendizaje, a partir de cada uno de los viajes, en cada uno de los momentos. También se registra con quién emprende el camino, destacando siempre su importancia como momento previo, de preparación del cuerpo y el alma para el encuentro, como muchas veces la misma autora refiere, ese tomar conciencia de lo que acontecerá.
Con una narrativa cargada de sensibilidad, Emilia deja constancia de todos sus pasos, creando así una construcción del relato bajo la forma de un diario de viaje.
La naturaleza cobra en estas páginas un valor considerable, a través de escenarios que varían constantemente, junto con la reconstrucción de historias, anécdotas, vida. Vivir la naturaleza en contacto más estrecho, conectarse con ella, sacar de ello enseñanzas, por la observación o el simple entendimiento... aunque suene redundante, de lo simple. Como lo refleja la autora en sus palabras de cierre:
Emprendí el viaje de la escritura para traer el alma de Guardianas, acompañada por cuatro elementos: un fuego que me enfrentaría a noches enteras sin dormir y a estados hipnóticos de alienación; un agua que refrescaría mi memoria emotiva y bajaría mi autoexigencia susurrándome “lo que importa es tu percepción”; el aire que me llevaría con su fuerza a pensar estructuras y dibujar los hilos del relato y, finalmente, la tierra, que me recordaría el para qué de este libro. Volver a ella, a la naturaleza. Reconocer(me) en ella y todo lo que existe. Volver a ver el mundo desde allí. (p. 360)
Este proyecto hace también de la autora una nueva guardiana, que no solo busca dar voz a tales saberes a través de la construcción de sus relatos, sino que además busca que los mismos sean accesibles a todos.
Impresionante, no lo puedo dejar de leer