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¿UN CAÑONAZO EN EL SISTEMA TRADICIONAL DE PARTIDOS?
Manini: de Comandante a político en tiempo récord
Por Martín Buxedas
Uno de los resultados más sorprendentes de las elecciones que definieron los candidatos de cada partido al cargo de Presidente en Uruguay fue la votación obtenida por Cabildo Abierto (CA). No obstante el consolidado sistema de partidos, bajo el liderazgo del ex-Comandante en Jefe del Ejército Guido Manini Ríos, CA recogió un caudal de votos importante, particularmente si se tiene en cuenta que fue creado en enero, presentó un solo candidato a presidente en una elección en que el voto no era obligatorio, y no contó con apoyo publicitario.
Proyectando esa votación a las elecciones nacionales de octubre, CA podría tener no menos de cuatro parlamentarios y constituirse así en un partido clave para un gobierno encabezado por Luis Lacalle, candidato del opositor Partido Nacional.
Un candidato express para un partido nuevo. El rápido desarrollo de CA en la trama de partidos uruguayos se basó en el liderazgo de Manini Rios; un integrante de la oficialidad formada durante la dictadura militar 1973-1985, al igual que otros cuadros activos o pasivos de las Fuerzas Armadas.
Hacia fines de 2018, y siendo Comandante en Jefe, Manini Ríos aceleró su presencia en los medios en los que enfrentaba iniciativas del gobierno hasta que finalmente en marzo de 2019 cuestionó al Poder Judicial haciendo imperiosa su destitución. Poco después, el 3 de abril, fue designado candidato a presidente.
El líder de CA no se tomó tiempo para disfrutar de su prematura jubilación; dejó las armas y se dedicó a la política. La rápida conversión en candidato a presidente después de su presencia mediática confirmó la impresión previa de muchos analistas de que no había nada casual, sino un plan deliberado que incluía una etapa en la que se solapó la condición de Comandante con la del político convencional.
Se descuenta que el nuevo partido contaría con el apoyo de una estructura que reconoce relaciones y subordinaciones propias de las fuerzas armadas y tendría convocatoria en una parte de los militares activos y pasivos, sus familiares, así como ciudadanos de derecha, en algunos casos favorables a la dictadura y en general a un “gobierno fuerte” o “sin compromisos”. El nuevo partido pescaría, y así lo habría hecho en las internas, en el lado derecho de la pecera del Partido Nacional y particularmente en el sector liderado por el ex-Presidente Julio Sanguinetti (Partido Colorado).
Nace un partido de derecha de base militar. CA se ubica en el lado derecho del espectro uruguayo; aunque es prematura una definición precisa dentro de ella, se puede presumir sin margen de error su apoyo a la nomenclatura de las Fuerzas Armadas y a dar vuelta la página sobre el tema de los abusos en los tiempos de dictadura. Aún no está claro cómo se posiciona sobre muchos de los grandes temas de la política, la sociedad, la economía y los derechos humanos. En este aspecto Manini Ríos fue duramente atacado por una intervención sobre los inmigrantes que se consideró discriminatoria.
Finalmente, ante la duda en CA sobre el valor otorgado a la democracia frente a otros temas como la seguridad, es un buen indicio que se haya incorporado al juego electoral, aunque deja dudas qué quiso decir su dirigente al afirmar que tendría un papel de oxigenador de la democracia.
Declaraciones de Manini Ríos:
- Nuestra gente está asqueada de cierta forma de hacer política.
- Somos una piedra en el zapato porque venimos de afuera de la política partidaria.
- El Ejército es de las instituciones más políticas que hay en Uruguay.
- Decir que el sexo es una construcción social es una perversidad.
- Soy totalmente contrario al aborto. (Búsqueda, 4 de julio de 2019.)
Chico pero influyente. Si bien será un partido minoritario, el previsible peso parlamentario de CA tendría consecuencias si Luis Lacalle llegara a la presidencia e intentara, como ha anunciado y necesitaría, un acuerdo con “cuatro o cinco partidos”. Cualquier tipo de acuerdo estaría condicionado a lo que es el corazón de CA, la rejerquización de las Fuerzas Armadas, mejora del presupuesto, mantenimiento de condiciones favorables en el sistema de jubilaciones y pensiones y un entierro lo más pronto posible de cualquier revisión de las violaciones de derechos humanos durante la dictadura.
¿Cuál será el futuro de mediano plazo de CA? Si el novel partido pretende constituirse en una alternativa de gobierno o aumentar sustancialmente su capacidad negociadora, deberá superar los estrechos límites impuestos por la “familia militar” y la extrema derecha dejando de lado, por lo menos parcialmente, el mesianismo y la desconfianza a los políticos e intentando un discurso atractivo para una ciudadanía más amplia[1], algo que intenta parcialmente el candidato a presidente minimizando el papel de los militares y rechazando la condición de izquierda o derecha.
Quizás habría una situación favorable a CA si sobreviniera una crisis económica y una desconfianza generalizada de los ciudadanos en los partidos y políticos tradicionales. En esas condiciones CA podría intentar transitar por el camino que Bolsonaro recorrió con éxito en Brasil. Un escenario tan crítico parece poco probable dada la solidez de los partidos políticos y el bajo nivel de corrupción en Uruguay.
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En pocos meses despegó un partido de derecha enraizado en sectores de oficiales de las Fuerzas Armadas que, si bien no perfora el rígido sistema de partidos y de liderazgos de Uruguay, puede condicionar el futuro de la política, particularmente si Lacalle triunfa en las elecciones y necesita un acuerdo. En este caso, en el corazón de CA están las políticas dirigidas a las Fuerzas Armadas. A más largo plazo, si no ocurriera un distanciamiento de sus características constitutivas, CA tendría un techo limitado por un sistema de partidos y de políticos tradicionales que continúan mostrándose sólidos y que apuesta más bien al centro del espectro político. El debilitamiento de ese sistema ofrecería oportunidades a un partido que no reconoce historia y se posiciona como un referente moral.