Compartir
AL PIE DE LAS LETRAS
Poemas
Por Roberto López Belloso
POEMAS ENCONTRADOS EN LA SIERRA DE LAS ÁNIMAS
hundida en esa media luz del día que despunta
estatua de sal
se desgrana
detrás del jinete
estación abrojales
es cierto: faltan la mirada
la culpa
y la llovizna
pero hundida en un abra
estación abrojales
con sus techos de teja
sus tres rascacielos
entrevista apenas
igual
se desvanece
mirar la sierra es una cuestión difícil
hay un eco en la mirada
que la sierra devuelve y que no es
la mirada de la sierra sino el eco
del que mira / sucio apenas
con el roce del musgo en la pared de piedra
esas voces confunden a veces / o se pierden
nada más que la piel
de la sierra
es lo que no miente / se moja
con el tacto de la lluvia
y la mirada
si este domingo de lluvia en estación abrojales fuese
otro domingo
aquel viejo domingo camino a la plantación de dao phei
no estaría
el hormigón mojado de los andenes impares
ni el barro
ensuciando los bordes del vestido de fiesta
sería
simplemente
la cena en la sala de mimbre sobre el verde violento
de indochina
el golpe
de la platería presagiando el golpe
de los cuerpos en la media luz que absorbe los contornos
y envuelve
el sudor en la sombra del mosquitero labrado
pero no es aquel domingo
es este domingo de lluvia en la estación abrojales
barro en los bordes del vestido
rojo en el rastro del abrazo
es el tren que pasa
dejando en la mirada la fugacidad del jinete perdido
la llanura
y la marina congelada de estación abrojales
barco de piedra en la llana inmensidad de la pampa
resiste el golpe de cada día que pasa
pierde cada vez un palmo de vida
entre los yuyos y el viento le mastican el perfil
le van borrando el relieve de mármol
lo aprietan de cada costado
y parece querer vaciarse en un espasmo
cansado del peso que carga
como si quisiera renunciar a su deriva
el camposanto de piedra
olvidó cada detalle de supuesta singladura
POEMAS ENCONTRADOS DONDE NO HABÍA
5
cuando no había alejandro
perdiendo la razón
en la desatinada búsqueda
de lo que no era posible
no había lucidez enturbiada por el vino
no había lanza
atravesando el vientre
el páncreas y el omóplato
apuntando al cielo
– porque ahí apuntaba cuando se clavó en la carne -
cuando no había alejandro
no había confines que buscar
ni fiebre
ni mundo conocido
no había con qué medir
el golpe del desborde rompiendo
– en oleadas cada vez más profundas -
sobre la playas de asia
cuando no había alejandro
en la búsqueda de los confines
no había manto de arena
en las planicies de persia
ni en el desierto de nubia /
faltaba el manto
de arena
infernando los lacrimales de las cansadas tropas
modelando
en efímera escultura
las huellas de los cascos de los caballos
sembrada de estatuas inútiles
de personajes inútiles
– inútil sucedáneo del manto de arena
el placebo de bronce -
la ciudad
sabe
que cuando lo había alejandro
cuando no había el desatinado dialecto de macedonia
haciendo temblar una palabra
en la tarde que parecía cerrada de canto y vértice
por la interminable infantería de darío
cuando no había la inutilidad de la conquista
– lejanamente suavizada
con el lejano recuerdo
de una lejana venganza-
no había la necesidad hambrienta
de entrar a buscar al padre
en la copa envenenada del parricidio
y depositarlo
en la pira ardiente
de los huesos lavados
con vino de samotracia
y negar al padre
– inexplicable pulsión del parricida
en el día después del crimen-
llevando la propia muerte en el grito
de la batalla
sin encontrar la mano ajena que cumpliera
la sentencia propia
pero tiene que estar en alguna parte el brazo
bajo alguna túnica la daga
en algún filo de montaña el abismo
para que pueda entrar
finalmente
alejandro
en los verdaderos confines
como entra la tormenta
– sin secretos ni armadura-
en la calle transversal de alejandría
11
cuando no había la efímera espalda de los soviets
no había el mundo que hubo
cuando hubo
ese mundo
de cosmonautas
de gimnastas rumanas
de avenidas anchas como la frente de una estatua
de mapas construidos
en la entrelínea de la mentira
la más real de las mentiras
la que hizo temblar al enemigo
una mentira real como una idea que pasa
e ilumina
la mirada de un borracho
relámpago genial
que no deja otra cosa
que su paso
real
como una bala que mata
lo mejor de nosotros como por la espalda
y sin embargo no eras tú sino tu nombre
y sin embargo cuando no había soviets
no había españa
nacida
españa
no en covadonga ni en granada
no en la capilla que guarda
el estandarte de isabel y fernando
nacida españa cuando se pronunció su nombre:
– españa
por la primera vez en irlanda
en la voz de un brigadista
no había españa ni había angola
sostenida angola
con el hálito del otro lado del mar
porque no importaba el gulag
ni la bala por la espalda
ni la mentira
cuando surcaban los cielos en nombre de la efímera
y eran más que trazos en el croquis de dédalo
aves del paraíso fueron para los exhaustos
en cuito cuanavale
los aviadores cubanos
no había españa no había angola
es que no había mundo
no había mapa ni cosmonautas ni vergüenza
cuando no había la espada
efímera
de los soviets
nuestro golem
nacido
del barro de los oprimidos
– puedo decir esa palabra
si no puedo decir esa palabra
qué otra palabra decir
para hablar
de nuestro golem-
cuando no había la espada
efímera
de los soviets
o cuando ya no la hubo
cuando dejó de sostenernos
traicionada
– porque no nació maldita -
por la sombra de sí misma
por lo que anidaba y la negaba
fue quemada en el rostro
– su hermoso rostro -
quemada por el ácido
de la imposibilidad
que trae dentro de sí mismo lo posible
porque cuando no había la espada efímera de los soviets
no había lo mejor de nosotros
los lejanos
los de entonces
que ya no somos los mismos
no había la culpa
ni la inocencia
que se retrata a sí misma
como en un mural de rivera
congelados el bien y el mal
en líneas paralelas
Roberto López Belloso (Uruguay, 1969) es periodista desde los 18 años. Su libro Poemas encontrados en la guía michelín obtuvo el Premio Literario de la Intendencia de Montevideo (compartido con Carlos Liscano). Un año más tarde publicó Poemas encontrados en una sala vacía (mención poesía édita del MEC). Otros poemarios han obtenido premios. Actualmente se desempeña como coordinador de la Fundación Mario Benedetti. La selección de poemas ha sido realizada por Fernando Rama con autorización del autor.