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HACIA EL FIN DE LA PRIMERA PARTE

 Publicado: 03/10/2018

Mantenerse y seguir adelante


Por Eduardo Platero


En ese andar, como dicen, nuestra vida siguió hasta la embestida del 75, ¡El vivir a salto de mata termina por hacerse una tanto rutinario cuando se prolonga!

Siempre tuvimos detenidos, en el Cilindro, en algún cuartel o en Inteligencia. De alguna manera se introdujo en nuestras vidas ese elemento.

Ya no era “novedad” sino “accidente previsible” A alguno le iría a tocar.

Hoy parece poco creíble; sin embargo, vivíamos y luchábamos con esa eventualidad presente.

¡Al que le toca le toca!

- - -

No sé si podré explicarlo correctamente, pero, en esos tiempos –y no intentaré ponerle límites temporales– el Movimiento Sindical y el Partido Comunista eran entidades independientes pero estrechamente vinculadas. Alguien, supongo quién pero no estoy seguro, alguien dijo que la resistencia no se podría explicar sin el Partido Comunista, con lo cual estoy de acuerdo. Y, añado, tampoco la tenaz supervivencia y el crecimiento del Partido Comunista podría explicarse sin la existencia de un Movimiento Sindical que contribuyó decisivamente a crear con los perfiles que aún hoy lo distinguen.

Eso de la “unidad en la diversidad” fue un hallazgo y es la clave de la existencia de la CNT y del hoy PIT-CNT.

Ahora, como toda cosa extensa, tuvo sus variantes; en algunos lugares el Partido poco menos que sustituyó a la organización sindical… ¡Los resultados fueron malos!

No se puede hacer trasplantes: en el Partido todos tienen internalizado el “centralismo democrático”, y éste se asienta en la común pertenencia a una ideología.

En el Movimiento Sindical, la mayoría -subrayo: la mayoría- de los trabajadores no eran comunistas. Puede ser que, de alguna manera, las razones que llevaron a Vegh Villegas a mantener baratos los pasaportes tuviesen un fondo de verdad. Es posible que la mayoría de los trabajadores uruguayos, cuando la Huelga General y la Resistencia, pudiesen estar “contagiados” por los comunistas.

Pero no lo eran.

Respetaban a sus dirigentes que no ocultaban su condición de comunistas; pero no por serlo, sino porque merecían el respeto. Fuesen comunistas, anarquistas o de cualquier otra fuerza política.

Te respetaban y confiaban en ti como persona, porque con tu esfuerzo y tu ejemplo habías ganado ese respeto.

En fin, el liderazgo, es algo muy complejo y, en todo caso, tiene que ver más con la persona y menos con su pertenencia política.

Luego de años “los comunistas” eran bien vistos dentro de los trabajadores y se les tenía confianza. Pero, a su vez, “los comunistas” respetaban los límites. Cierto que había un trabajo sistemático por “afiliar”; ¡pero siempre respetando límites!

En fin, el tema es difícil… ¡Ya habrá quien lo explique mejor!

Yo, a lo que quiero referirme ahora, es a las relaciones sindicato-partido en mi caso particular. En municipales, donde, desde que una vez fue asimilada la terrible derrota de la huelga del 60, fueron los comunistas quienes, en minoría, reconstruyeron un sindicato que había quedado en ruinas.

Repito y enfatizo: ¡no solos!

Ni siquiera, al principio, en mayoría. Durante todo el proceso que va desde entonces a las elecciones sindicales de abril del 72, en las cuales, por fin, se concurrió con lista única, la lista de los comunistas fue siempre la más abierta.

¡Justo el 14 de abril del ’72 hicimos el acto electoral! Al otro día del Paro General más grande que haya convocado el Movimiento Sindical. Con amplísima participación de sectores sociales que excedían sus márgenes.

No se me borra más ese día. De mañana un día normal, a media tarde un clima de guerra. En la noche asaltaron la Sede del PCU con intenciones de hacer lo que no pudieron ese día porque había mucha gente. Pero ejecutaron el 17 en la Seccional 20º.

Dentro de los apaleados ese día estaban los comunistas de municipales que habían ido a festejar las elecciones. A más de uno le abollaron la cabeza.

No pido cuentas; cada cual sabrá si lo que hizo estuvo alineado o desviado respecto del proceso general, pero: el 14 de abril de 1972 el Uruguay cambió para siempre.

¡Agua pasada! Escribo para recordar, no para juzgar.

La cosa se dio así y así tuvimos que revolvernos. Porque no le sacamos el cuerpo: ¡seguimos en la brecha!

Tratando de enderezar el barco y ponerlo en rumbo. Costó sus años, su sacrificio y… nunca se vuelve a lo mismo. Pero,¡aquí estamos!

Mi tema, hoy, tiene que ver con esa compleja y dinámica relación Sindicato-Partido.

Una última anotación que es importante: ADEOM Montevideo era enorme, tal vez el mayor sindicato de empresa; pero, además, era la cabeza de la Federación Nacional de Municipales.

Alrededor de cuarenta mil municipales en todo el país. Con 19 patrones independientes y con 19 realidades. En su gran mayoría, las directivas de esas asociaciones estaban mayoritariamente integradas por blancos y colorados. Costó mucho esfuerzo y demandó mucho respeto por las realidades locales que nos aceptasen como la Mesa Ejecutiva. Obra, sobre todo, de Idilio Pereira y de Honorio Lindner, que muchas veces tuvieron que poner coto a los afanes de los dirigentes comunistas locales. Cuando yo ingresé en la Federación ya esa etapa estaba superada. Se nos recibía y se nos respetaba por los dirigentes de las “adeomes” locales y por los intendentes, sin ninguna objeción referida a la orientación política.

El momento de máxima tensión fue el intento de abril del 74 de fundar una Federación de Municipales del Interior. Con el auspicio de la dictadura, la plata y los enclaves de los yanquis que habían preparado el terreno silenciosamente con los Cuerpos de Paz y los cursos del IUES y, como siempre, la “corneta” de El País y Radio Carve.

Fue es principio del fin de los intentos de construir un movimiento sindical “nacionalista y proyanqui”; meses más tarde también fracasó el intento, siempre en Durazno, de formar una “Central Nacionalista”. Los yanquis, en ese entonces dueños de la ORIT, se convencieron de la inutilidad de sus esfuerzos y se fueron. Andando el tiempo, yo estaba preso, la ORIT se independizó; pero en ese entonces era una filial de la Embajada.

Medio larga la disquisición, pero estamos llegando.

Municipales empezó siendo una “Agrupación” iniciada por Pedro Parodi y con muy poco desarrollo en los años 40 y 50. Años durísimos de la Guerra Fría y de tremendo sectarismo.

Por lo que sé, el cambio empezó con la caída de Eugenio Gómez y la nueva dirección del Partido Comunista orientada por Rodney Arismendi. En lo sindical fue Enrique Pastorino quien dio la batalla por una nueva orientación, que culminó priorizando la unidad a la uniformidad. Idilio estuvo entre los firmes partidarios del cambio y su política llevó al crecimiento del Partido y a la dirección del sindicato. Cuando yo conocí de cerca a los comunistas de municipales, eran todavía una Agrupación del Seccional Sur que dirigía Luis Arigón.

La vida tiene esas cosas; ¡murió colgado en “el gancho” a mi lado, la noche del 14 al 15 de junio de 1977 en “La Tablada”!

Tal vez sea porque él murió primero que yo viví. Porque nos bajaron a los dos. Confundidos, la primera cuerda que soltaron fue la mía, él me cayó encima… ya muerto. Fui testigo en el juicio civil por su muerte. Hoy su cuerpo sigue desaparecido.

Municipales se reunía en el Seccional Sur, y cuando se trataban las movilizaciones Idilio me invitaba. También había una especie de dependencia política con Leopoldo Bruera, que era edil y, en general, no confiaba demasiado en nuestra recobrada capacidad de lucha. Cuando retornamos a realizar paros en el 63 convocaba a Idilio a su casa, en la calle Chaná, para buscar “una solución”. Aparecían en mi casa, en Colonia y la hoy Cassinoni, Lindner e Idilio a buscarme para la cita con Bruera.

Calle abajo, por Cassinoni, Idilio no dejaba de aleccionarme.

-“¡Usted no vaya a aceptar, Platero! –me repetía, dedito en alto. –“No se deje convencer. Tenemos un plan y la gente responde. Yo no puedo contradecirlo porque es del Comité Ejecutivo, pero usted es del Fidel.”

Así la llevábamos; no es que fuésemos locos o aventureros. ¡Sabíamos bien la fuerza que teníamos! Y hasta dónde podíamos llevar la movilización.

Sintetizando: Absoluta coincidencia en lo estratégico y en la táctica general. Absoluta independencia en el campo operativo.

Es algo que le debo a Idilio y que mantuve siempre. En el campo operativo los que deciden son los que están. Deciden y responden por ello, ¡pero que nadie interfiera!

Bueno: la Agrupación se volvió Seccional con el nombre de “Pedro Parodi” y con Idilio en las dos secretarías, la sindical y la política. De cómo anduvieron las cosas en la interna, no supe nunca nada porque no aceptaba infidencias, quejas o planteos. A mí, lo sindical. La Lista 11 funcionaba como tal con comunistas y no comunistas.

Si se puede medir por los resultados, en los diez años entre el 63 y el 73, en municipales el Partido creció, organizó diversas agrupaciones y fue clave en el proceso.

En los últimos años ya Idilio estaba muy trabajado por sus enfermedades y apareció el Pilo como ayudante. No les fue fácil armonizar el trabajo porque eran dos personalidades fuertes, pero, “las yuntas se hacen en el tiro” como dicen. Yo también tuve mis agarradas con Idilio, pero siempre respetándonos y buscando la forma de armonizar.

El Pilo era una especie de pariente político y como tal nos tratábamos. El crecimiento del Partido demandó la formación de Regionales, y allá fue a dar el Pilo. Justo cuando Idilio entró en su fase terminal al comienzo de la Huelga General.

La sucesión no fue feliz y en medio de ella –conmigo preso– sucedió la fractura del Cantón Central.

Cuando regresé, el 25 de agosto, Pilo había arrimado la marca en municipales y se nos venía arriba la Reafiliación. En ese período nos entendíamos casi de memoria y en conjunto fijamos las prioridades: Cicatrizar heridas y recomponer la organización; reabsorber el quiebre del Cantón Central y cuidar la Federación.

Cada cual en su responsabilidad y todos sabiendo que lo acordado era lo que había que hacer. Y se fue haciendo.

Pronto Pilo retornó a sus tareas del Regional y nos dejó a Humberto, con quien nos entendimos… ¡pero pronto se lo llevó el Regional!

La ilegalización del Partido, entre otras cosas, supuso una especie de enroque general. Los demasiado conocidos en alguna tarea o sitio pasaban a otra.

A municipales vino el Flaco, antiguo compañero de liceo, tanguero y ex-burrero como yo (Las Piedras era fatal) y seguimos marchando con las cosas claras.

Ya teníamos otra forma de abordar los problemas. En primer lugar: “analizar en función de los factores permanentes” descartando caer en el mundo de rumores, chismes, trascendidos y dimes y diretes que, por cierto, eran una especie de avalancha.

La falta de información “buena” multiplica la información “mala” teñida de subjetividad. Los factores permanentes éramos nosotros y ellos. Resistir y trabar sabiendo que la cosa sería “larga, dura y difícil”, palabras del brutalmente honesto informe del Partido que nos ayudó a no caer en ilusiones de corto plazo. Ese informe, que creo que elaboró Massera, fue cardinal. Con toda crudeza nos enfrentó a la dureza y duración de un enfrentamiento en que la decisión de luchar hasta vencer ponía especial acento en la organización para esa lucha y esas responsabilidades. Claro, duro y luminoso, ese informe nos marcó el camino que transitamos durante toda la lucha. Para resistir y aguantar con la certeza de que de nosotros dependía.

•Nunca más supe del “Informe de la cebollita” como le pusimos, ya que utilizaba la imagen de las distintas capas de la cebolla para recomendar una organización capaz de resistir los golpes.

Estoy dejando afuera todo lo que pasaba en otros sectores. La Universidad frenó a la dictadura con sus elecciones, fue intervenida, nada menos que por Narancio, resistió y doblegó el régimen de “fe democrática” con un costo altísimo; pero ya había empezado en hacerse cargo en nosotros la consigna de no saber lo que no debíamos.

•Todo presagiaba lo que finalmente se desató en el 75. Luego de una larga preparación que les permitió “emparejar los caballos” en la interna y decidirse a utilizar toda la información reunida para un golpe aniquilador.

Fue el “Trescientos Carlos”.

Pero eso quedará para otra.

4 comentarios sobre “Mantenerse y seguir adelante”

  1. Algun dia deberiamos plasmar la heroica participacion de los comunistas en la dictadura .Sin olvidarnos de los crosy cras de otros sectores o partidos que tambien entregaron todo en esa lucha . Sin menospreciar , ni sectarismos .Pero la historia es una sola . Y no podemos dejar qud la oculten y la entierren .Los responsables que asi sea es nuestra , la de los /as camaradas . Ojala por su importancia , un dia se vea plasmada en un film .

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