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LA ZONA DE LOS PALOMARES

 Publicado: 03/10/2018

La batalla que no se puede perder


Por Fernando Rama


La opinión pública de Uruguay está bien informada acerca de los sucesos acaecidos en un barrio de Montevideo. Además de resumir sucintamente lo ya conocido, exponemos los puntos esenciales de la teoría elaborada por la psicología social en torno a la resiliencia por considerar que se trata de un enfoque digno de ser tenido en cuenta.

En los últimos tiempos los medios de comunicación se han ocupado en forma persistente de la situación generada en el barrio Los Palomares. No sin cierto asombro los uruguayos nos hemos enterado de que un grupo de narcotraficantes desalojaba, mediante el uso de una violencia descontrolada, a las familias de sus casas. En la intrincada configuración de esa zona de la ciudad resultaba imposible el ingreso de ambulancias, la escuela de la zona estaba controlada por mafiosos y, en general, la convivencia se tornaba insoportable para la gente trabajadora.

Fue por esa grave situación que el gobierno decidió intervenir mediante la realización de un censo para conocer con exactitud la situación de las familias desalojadas y adoptar medidas para resolver, o al menos paliar, la situación. Una de las soluciones adoptadas fue demoler todas aquellas viviendas que por distintas razones se encontraban en situación irregular. Otra decisión adoptada fue realojar a las familias desplazadas por la prepotencia de las bandas criminales. Al mismo tiempo se demolieron las construcciones que dificultaban la circulación de vehículos por la zona.

En medio de todo este operativo el coordinador de las acciones dispuestas por el gobierno, el sociólogo Gustavo Leal, que cumple funciones para el Ministerio del Interior, fue amenazado de muerte por un delincuente que fue identificado y procesado.

Todos estos hechos demuestran la profundidad de los problemas que se generan cuando una banda de narcotraficantes capta territorio y substituye al Estado en sus funciones esenciales, tomando a la población como rehén.

Esta situación inadmisible no es nueva ni exclusiva de nuestro país. No hace mucho en Argentina las bandas narcotraficantes tomaron el contralor de un comedor popular –un resultado de la catastrófica situación social que vive el país vecino–, lesionaron seriamente a la mujer que dirigía la mencionada obra social y amenazaron con seguir copando lugares similares. No es necesario insistir en la peligrosidad de esta progresiva arremetida de bandas criminales que en otros casos, como en Colombia y en varias zonas de México, han tenido un éxito sin precedentes en su accionar, transformando esas regiones en narcoestados donde sólo existe el gobierno del delito y la violencia.

Alcanza con recordar la cruda realidad que retrata el filme “A cidade de Deus”, que describe con exactitud la situación de una favela de Rio de Janeiro. En dicha película se observan todos los múltiples aspectos de esta tragedia, entre las cuales la más grave es la cooptación de la policía como parte fundamental en la generación y el mantenimiento del problema. La teoría elaborada por la psicología social sobre la resiliencia aparece descripta con precisión.

Según esta teoría la población afectada se divide en cuatro segmentos. El primero de ellos está conformado por aquellos que terminan asesinados por diferentes métodos: disputa del territorio, una bala perdida u otras causas. El segundo grupo de la población, el más numeroso en todos los casos, está integrado por aquellas personas que no tienen más remedio que adaptarse a la situación y terminan llevando una vida desgraciada y gris, sin posibilidad de salida. El tercer grupo, siempre muy menor, está conformado por psicópatas exitosos, que logran amasar grandes fortunas y que con frecuencia arriban a la política. Incluso pueden transformarse en presidentes de algún país. Por último se encuentran los resilientes, que en el filme brasileño están ejemplificados con la situación del muchacho que se dedica a la fotografía y consigue un puesto de trabajo en un periódico. Se trata de un pequeño grupo integrado por personas inteligentes que encuentran una red de apoyo suficientemente fuerte como para salvarse de la muerte o la desgracia de por vida. El pasaje de las personas de un grupo al otro es muy fluido, es decir no se trata de destinos ineluctables e incambiables.

No pretendo hacer una comparación de situaciones que no corresponde. La situación vivida en Los Palomares está muy lejos de otras realidades conocidas. Sin embargo nos parece que traer a colación la teoría de la psicología social elaborada en relación a estos grupos de riesgo no está de más. Las medidas adoptadas por el gobierno ante la realidad planteada en esa zona de Montevideo han sido las adecuadas. Pero debemos ser conscientes de que destruir las viviendas inhabitables y asegurar la llegada de los servicios esenciales (agua, luz, salud, educación) es una parte de la solución. Se debe poner mucha atención a dos fuerzas contrapuestas que definen el partido. Por un lado, se debe preservar del poder corruptor de las bandas criminales a quienes tienen la tarea de reprimir el delito. Por otro lado –y esto me parece lo más importante– se debe invertir un gran esfuerzo en construir las redes sociales de apoyo a estas poblaciones vulnerables. Es la principal garantía de que el fenómeno no se cronifique y, además, no se extienda a otras zonas de la ciudad.

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