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EL CASO AUF

 Publicado: 05/09/2018

Manchado hasta las pelotas (II)


Por Omar Sueiro


“Tenés que escribir sobre el fútbol”, me dijeron. Entusiasmado, arremetí sobre el fárrago de informaciones de las últimas semanas y comencé a ordenar -con mi cabeza de contador/economista- los problemas que evidencian el costado económico-financiero de esta importante actividad, donde todo parece estar en crisis salvo la actividad de la Selección Nacional.

Considerando la gran performance de ésta, decidí guiarme por el análisis de su modelo de gestión, para conocer cuánto de su excelente resultado depende de los términos organizativos y económicos de su desempeño.

LA SELECCIÓN

Mercado. El mercado local es sumamente redituable para la selección: tiene las máximas concurrencias de público de toda América y está garantizada la demanda para todos los encuentros de los años futuros.

El mercado externo está consolidado, sustentado por el 5º lugar en el ranking mundial. Todas las “fechas FIFA” las tiene ocupadas con partidos y torneos internacionales con muy buena remuneración, incluida la transmisión televisiva en todo el mundo. Las actuaciones de las selecciones menores están programadas con años de anticipación.

Fuerza de trabajo. Los planteles de jugadores están plenamente consolidados, tanto los profesionales como las selecciones menores, que tienen una continuidad y progreso ciertos en los niveles de rendimiento y avances en las edades de los players.

Los patrones de comportamiento son claros y bien conocidos e incluso hay una mística establecida y compartida y con continuidad en todos los planteles.

El contingente mayor evidencia una disciplina compartida ejemplar y una toma de conciencia creciente y racional de su papel como representantes deportivos de un país, a la vez que de su obligación de ejemplarizarlo.

Tipo de organización, forma de funcionamiento y gobierno. Centralizado en un Director Técnico y un cuerpo de asistentes, con altísimo grado de descentralización y autonomía respecto de los estamentos políticos y de dirección de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF).

Paradojalmente, este tipo de organización tuvo origen en una crisis de la AUF cuando, para eludir presiones de los clubes, el presidente de entonces, Eugenio Figueredo, actualmente encarcelado en su domicilio por estafa a la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), nombró seleccionador y Director Técnico al Sr. Washington Tabárez, confirmando de alguna manera, al revés, el aserto: “No hay mal que por bien no venga”.

Dirección y gerenciamiento. Está absolutamente consolidado un equipo y, de alguna manera, está prevista la sucesión normal de los cargos; es decir, hay una especie de “carrera administrativa” no escrita pero real y efectiva. Tampoco hay demasiada incertidumbre con los niveles de remuneración que corresponden a los cargos. Los recursos materiales necesarios: campos de entrenamiento, instrumentos, vestimentas, etcétera, también están definidos.

La base organizativa. En suma, lo que consideramos básico y de mayor importancia es que la profesionalidad, el respeto y la consideración mutua son las normas comportamentales y organizativas que regulan las relaciones entre todos los estamentos de la selección.

Los resultados de la selección. Económicamente importantes, pues además de autosustentarse, la selección deja buenos ingresos para la AUF y los clubes. También son impecables los demás resultados, en cuanto a prestigio y representación del país y su deporte.

LA ADMINISTRACIÓN DE LA ASOCIACIÓN Y DE LOS CLUBES EN PARTICULAR

Terminada mi labor en el oasis de la Selección Nacional, tuve que abrir -como aquel Sr. López de la Revista Humor- la puertita y entrar en el tóxico ambiente de la Asociación tratando de respirar en una atmosfera de gases en descomposición y negros humos de carne humana chamuscada.

Recompuse mi situación y me centré en los aspectos económicos y organizativos de la actividad de la AUF.

Mercado.
La AUF y los clubes que la componen han perdido el mercado interno en su totalidad. Se lo entregaron a la empresa Tenfield S.A., propiedad del Sr. Francisco “Paco” Casal, por lo menos hasta el año 2025. Esto los ha condenado a una situación deficitaria que se repite año a año. Dado que la empresa Tenfield es la única institución a la que pueden recurrir para evitar desfondarse definitivamente, ya se planea una extensión del plazo hasta el 2032 a cambio de nuevos créditos.

La televisación -si no se remunera en forma adecuada a los actores- se constituye en el peor enemigo de la economía de los clubes, pues es la mejor manera de ver un match de futbol habida cuenta del proceso de permanente mejora de la tecnología. Esta “forma adecuada” de pago, significa que el pago debe ser creciente dado que los instrumentos de transmisión son cada vez más variados y lo que, en un principio, requería un televisor situado en un lugar fijo, evoluciona permanentemente, y ahora pueden verse los partidos en PCs, tablets, teléfonos móviles, en cualquier lugar del orbe.

Por ende, la congelación de los ingresos por TV son letales para las instituciones.

Los denominados “cuadros grandes” han mejorado la venta de entradas como locatarios, hecho que responde a la construcción o refacción de sus propios estadios, de los que comercializaron asientos y palcos por determinado plazo o en forma vitalicia o permanente. Si bien esto reforzó los lazos con su parcialidad, en lo económico no deja fondos para la actividad deportiva habitual, pues éstos se deben utilizar para el pago de la inversión en los estadios, y ni siquiera se pueden usar transitoriamente, pues no bien se generan pasan a formar parte de los fideicomisos financieros que garantizaron las inversiones.

Por otro lado se han elevado los precios de las localidades para los “no butaquistas” y los “no socios” de los locatarios; y para los visitantes en los dos nuevos estadios de los “grandes”, se destinan pequeños tramos en las tribunas; ubicados, por otra parte, en verdaderos rincones, y con entradas a precios todavía más altos.

Como contrapartida negativa, ocurre que los equipos “chicos” elevan los precios de las entradas cuando ofician de locatarios ante los “grandes” (socios gratis, no socios de $400 a $600 la localidad), por lo que los asociados que compraron asientos y los hinchas no socios, que ya pagan mucho como locales, tienen menos fondos disponibles y, por lo tanto, prefieren ver el partido por TV y no van a la cancha.

Por otra parte, a la AUF le ha quedado “de clavo” el Estadio Centenario, que tiene altísimos costos fijos que impiden habilitarlo para concurrencias bajas. Por ende, los cuadros “chicos” sin estadio propio recurren a estadios prestados de otros “chicos” para enfrentar a los “grandes”. Además, procuran mejorar sus propias canchas para que sean autorizadas a recibirlos cuando se enfrenten. Ya cuentan con canchas habilitadas para recibir a las menguadas hinchadas de los grandes, los clubes: Cerro, Rampla Juniors, Liverpool, Defensor Sporting, Danubio, Wanderers, Bella Vista, River Plate y media docena más de instituciones situadas fuera de Montevideo.

En suma, el Centenario se utiliza anualmente en tres o cuatro partidos de la Selección, otros tantos entre los grandes, y en muy pocos partidos entre “chicos” locatarios y “grandes” visitantes, más algunos de las copas sudamericanas.

Otro pesado agravante del precio de las entradas domésticas es el costo de la seguridad necesaria para mantener el orden de los espectáculos: guardias privados, tecnología muy cara, etcétera; a lo que se agrega que han incidido muy desfavorablemente los condicionamientos impuestos para adquirir entradas.

En resumen, los clubes uruguayos han perdido la totalidad del mercado interno y lo que les queda de él se ha reducido y encarecido. Dado que este es un tema de resolución política crucial para la actual crisis, volveremos sobre él.

Mercado externo. El mercado externo tiene dos segmentos: las actuaciones en torneos internacionales, concretamente en las copas Libertadores y Sudamericana, y la transferencia de derechos deportivos de jugadores.

En los torneos sudamericanos, si bien han aumentado significativamente las compensaciones por participación y los cupos para hacerlo, la debilidad de los planteles contratados por los clubes no hizo posible el pasaje a etapas superiores de los campeonatos, siendo eliminados o bien en el comienzo o en la segunda vuelta, en el mejor de los casos. En las últimas décadas, una única vez el Club Peñarol consiguió llegar a una final, que no pudo ganar.

Las transferencias se realizan, en su casi totalidad, a través de intermediarios (“contratistas” y “comisionistas”), que se quedan con gran proporción del importe de las transferencias; casi ninguna puede hacerse de “club” a “club” porque, además, los grandes equipos de resonancia internacional son sociedades comerciales o simples propiedades unipersonales.

Por otra parte, las instituciones europeas, mexicanas, y hasta algunas argentinas con un nivel internacional medio, compran para vender. A ello se agrega que se adquieren pases de jugadores cada vez más jóvenes y, por ende, por menor precio.

El costo de formación de los, eventualmente,” transferibles” se ha encarecido sustancialmente para los clubes, puesto que deben firmar contratos de mayor plazo para asegurar la pertenencia y la eventual percepción de los derechos de transferencia. Costo que -como señaláramos- ya había aumentado por incidencia de la operativa de los contratistas.

Fuerza de trabajo. Los planteles de jugadores de primera división -divisionales A y B- son en su mayoría víctimas del sistema y lo paradójico es que son los que lo sostienen con su financiamiento (¡?).

En efecto, salvo muy honrosas y escasísimas excepciones, que para contarlas sobran los dedos de una mano, los clubes mantienen con sus planteles adeudos acumulados de varios meses y por varias decenas de miles, y hasta de millones de dólares por parte de los clubes “grandes”. Es que las remuneraciones ya están planteadas para no ser pagadas en tiempo y forma; los salarios se dividen en dos partes: una mínima que es la que se garantiza pagar mensualmente, y el resto puede abonarse al comenzar el próximo campeonato. Si no se paga o se acuerda su postergación, el equipo no podrá presentarse a jugar. Bueno… hasta eso ha ocurrido con el club El Tanque Sisley, y sus jugadores no han cobrado todavía más de la mitad de todos los jornales del año anterior.

La inoperancia en la disposición a defender los intereses de sus pares, barrió literalmente de sus posiciones en la Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales a la Comisión Directiva anterior. Luego de un proceso que requirió intervención legal y elecciones libres, fueron arrojados fuera de la institución quienes, con el correr del tiempo, traicionaron el compromiso adquirido con sus electores y se pusieron a las órdenes de la empresa propietaria de los derechos de televisación y afines.

Los jugadores del medio local (sindicalizados en la nueva Mutual) y todo el plantel de la Selección (guiado por los capitanes Diego Lugano -el anterior- y Diego Godín -el actual- y el goleador Luis Suárez) son quienes lideran el actual proceso de cambios en la organización del fútbol uruguayo.

Dirección y gerenciamiento. Su forma y contenido son absolutamente inversos a los que rigen la dirección de la Selección Nacional: no hay equipo porque no hay ni presidente, y los directivos sobrevivientes a su caída derivan al garete, perplejos en medio de una tormenta que el ex-presidente originó y precipitó.

El gobierno de la Asociación Uruguaya de Fútbol fue intervenido por la FIFA hasta febrero del año 2019 y sólo cesará cuando los clubes aprueben estatutos iguales a los que rigen para todo el fútbol mundial, reglas verdaderamente “democráticas”, obviamente contradictorias a las vigentes hasta ahora en la AUF.

EL MEOLLO DEL PROBLEMA

Los jugadores han sido muy contundentes: si no hay modificación de los contratos de la AUF con la empresa Tenfield -léase: Paco Casal-, no habrá gobierno en la AUF. Esto es lo más claro y efectivo y lo mejor que puede pasarle a la Asociación, porque en los hechos será la vuelta a sus arcas de parte de los importantes ingresos perdidos en los últimos 20 o más años. En suma, será por lo menos la bocanada de oxígeno imprescindible para sostenerla con un hálito de viabilidad mientras se procesan los restantes cambios que modifiquen la actual modalidad de amiguismo y acomodo de la Asociación por la ya vigente en la gestión de la Selección Nacional: la profesionalidad, el respeto y la consideración mutua entre todos sus estamentos.

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