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VADENUEVO DE COLECCIÓN: De nuestro N° 68 (mayo de 2014)
Los buenos mueren. La crisis en la AUF: un desenlace nada hollywoodiense
Por Ricardo Piñeyrúa
Los sucesos que hace poco más de un mes provocaron la caída del Comité Ejecutivo de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) merecen ser repasados y tenidos en cuenta. Estos fueron los protagonistas, los principales hechos y los intereses que estuvieron en juego, algunos de los cuales trascendieron lo deportivo y lo político deportivo para involucrar ámbitos de gobierno nacional:
- El lobby ejercido por la empresa Tenfield sobre clubes y dirigentes para asegurar la continuidad de su hegemonía sobre el fútbol uruguayo y utilizarlo como plataforma en sus aspiraciones continentales.
- La inconveniente actuación del presidente José Mujica y del Ministerio del Interior retirando la custodia policial en las tribunas del Estadio Centenario y del Parque Central, lo que fue una decisión apresurada que luego quedaría sin efecto.
- Los mezquinos intereses de clubes que no han podido encontrar una solución a sus problemas endémicos y buscaron una salida que distribuya la pobreza de dinero e ideas, cosa que viene sucediendo año tras año desde hace mucho.
- La comunicación, sospechosamente tardía, de que los jugadores no se presentarían al partido entre Peñarol y Miramar Misiones en el Estadio Centenario por falta de garantías, realizada en la medianoche del día anterior al referido encuentro, por la Mutual de Futbolistas Profesionales que preside Enrique Saravia.
- El pedido de renuncia efectuado por varios clubes de primera y segunda división, casi los mismos que iniciaron una demanda penal contra la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL), involucrándose en el conflicto Tenfield-Fox a favor de la empresa de Francisco “Paco” Casal.
- El tenue y casi miserable apoyo que le dieron los clubes grandes en forma conjunta al anterior Ejecutivo de la AUF, aclarando que sería solo hasta que terminara el Mundial a disputarse en Brasil entre junio y julio.
- Cambios que determinaron, entre otras cosas, que Peñarol y Nacional volvieran a integrar el organismo, como lo habían hecho (pésimamente) durante décadas.
SOLO Y SIN APOYO. Estas piedras se fueron sumando para hacer tropezar al Ejecutivo de la AUF, que finalmente quedó solo y sin apoyo después de los cuatro mejores años del fútbol uruguayo en décadas.
Todo esto pasó en algunos días y fue observado por una sociedad que, atónita, vio las reuniones en Casa de Gobierno, la visita de Nelson Gutiérrez (el segundo de Francisco Casal) al presidente Mujica, luego de la renuncia de Sebastián Bauzá como presidente de la AUF, alegando el visitante que fue “a hablar del puerto de aguas profundas”…
La afición especulaba, justificadamente, cuánto había influido la supuesta mala relación del presidente de Nacional, Eduardo Ache, con Bauzá y sus colegas del Ejecutivo de la AUF para provocar la caída de éste.
Mientras la gente coincidía que era el mejor gobierno del fútbol en mucho tiempo, se vio sorprendida por la rápida resolución de todos los problemas: la instalación de un nuevo Ejecutivo, la caída, antes de asumir al frente de la AUF, de Óscar Curuchet, presidente de Danubio, y el voto apurado del nuevo Código de Penas que se habían negado a firmar, y la exigencia al presidente Mujica para que volviera la policía a las tribunas. Todo a menos de una semana desde que se fueran Bauzá y sus compañeros.
LA PASIVIDAD DEL SISTEMA POLÍTICO. También la opinión pública pudo sentir la pasividad del sistema político, que miró para otro lado mientras se cortaba el proceso más inteligente y progresista en décadas en la AUF y, salvo honrosas excepciones, en particular la del vicepresidente de la República, Danilo Astori, denunciando a Tenfield, como posteriormente también lo hicieron unos pocos legisladores y el Partido Socialista en una declaración, casi todos callaron ante el ataque de los poderosos a una expresión vital de nuestra identidad cultural.
Como se dijo, las horas trajeron más sorpresas: un nuevo Comité Ejecutivo con los clubes grandes integrándolo, mientras no hay representantes de Danubio, Defensor Sporting, River Plate, Liverpool, Wanderers, entre otros clubes que funcionan bien y no lo hacen mendigando la “ayuda” del “grupo”.
Hubo declaraciones de los nuevos dirigentes de que quizás valga la pena esperar a después del Mundial para negociar los derechos de televisión de las próximas eliminatorias, porque “si Uruguay sale campeón van a valer más…”.
Ni que hablar de la “brillante” idea de llevar la primera división a 20 clubes. Si ya es pobre la competencia, ¡lo que será con equipos menos competitivos y más endeudados! Pero, eso sí, no descendería ninguno de los que ahora están en primera y cuatro clubes más, ahora en segunda división, recibirían los dólares de Tenfield, amén de que serán más los agradecidos a la hora de votar la cesión de derechos de trasmisión televisiva para el siguiente Mundial.
Parece ser el cumplimiento de una promesa para dirigentes de equipos que viven pidiendo dinero, que dicen que se juega poco y que se pasan todos los años proponiendo que el campeonato no empiece.
Podríamos seguir relatando sucesos. Por ejemplo, recordar los ataques de Nelson Gutiérrez al ministro Héctor Lescano, que fue sustituido pese a tener la mejor aceptación de la gente porque, según expresó Mujica, “hay que saber cambiar cuando las cosas van bien”. Sin embargo fue el único secretario de Estado relevado en aquel periodo.
Se podría agregar la curiosa simultaneidad de la constitución del Espacio Celeste dentro de la 609, donde se reúnen deportistas y murguistas, entre ellos Enrique Saravia, presidente de la Mutual, y Gustavo Torena (el Pato Celeste), con la crisis en la AUF y la aparición de publicidad estática (que pertenece a Tenfield) de ese espacio político partidario en las canchas de fútbol. Fue el único aviso de una fuerza política, presente junto a empresas como Antel, Pilsen, Samsung, Bimbo, Suatt, Creditel y otras.
DERECHOS DE TELEVISIÓN E IMAGEN. Lo cierto es que se dejó afuera de la AUF a un Ejecutivo que tuvo como logro mayor, aparte del deportivo y el ordenamiento de la burocracia y competencias de nuestro fútbol, una gran negociación de los derechos de televisión de las eliminatorias mundialistas, triplicando los ingresos. Y, sobre todo, haber recuperado a partir de 2016 los derechos de imagen y comercialización de la camiseta celeste, lo que puede traer mucho dinero, que seguramente algunos clubes ya quieren gastar a cuenta.
Este es el tema central del movimiento para sacar a Sebastián Bauzá, Miguel Sejas, Fernando Sobral, Donato Rivas y Aníbal de Olivera: derechos de televisión e imagen para próximas eliminatorias y Mundial de Rusia, que le daría independencia económica a la AUF y, por lo tanto, libertad para elegir sus socios, ya que al eliminar la cláusula que le otorgaba a Tenfield un mes para igualar la mejor oferta podrían aparecer otros interesados con propuestas más beneficiosas.
Ni qué hablar de transparencia al negociar los contratos, luego de un período presidido por Eugenio Figueredo donde los contratos se votaban a tapas cerradas y no se podían sacar copias de ellos.
El gran problema del análisis de estos sucesos es que se termina demonizando a Francisco Casal y su grupo, a Tenfield y sus métodos discutibles, amén de que le han hecho un terrible daño al fútbol. No es correcto responsabilizarlos de todo. De todos modos el mérito que se atribuye Casal de haber dignificado al futbolista es falso. La historia venía y sigue por ese camino; más allá de su voluntad, los futbolistas y el fútbol iban a llegar a esta realidad de hoy, que es un resultado de la globalización y del desarrollo de los medios de comunicación.
Es cierto que hay futbolistas millonarios, pero también lo es que los que no son transferidos al exterior son simples asalariados de carrera corta en clubes empobrecidos y cargados de deudas.
ACÁ GANAN LOS MALOS. Tenfield ha tenido malas ideas para el fútbol y las ha impuesto, ha generado una distribución de los ingresos a los clubes que amplía la brecha entre los grandes y los restantes, y que es terrible para la competencia y el nivel de juego. Su accionar ha perjudicado a varios clubes –aunque no se puede omitir la responsabilidad de dirigentes que han aceptado las condiciones que les impusieron– y su oposición a la competencia y libertad de elección ha impedido que ingrese más dinero a las instituciones. Pero ese es el negocio del grupo Casal y lo defiende como tantos otros lo hacen.
Pero no deberíamos centrarnos en la demonización de Tenfield sin ver lo esencial que es la desatención que la sociedad ha tenido respecto a uno de sus patrimonios culturales. Mientras le carguemos todas las culpas a Casal, dejaremos de ver las responsabilidades del Estado, de gobernantes y de dirigentes de clubes que han permitido que una empresa monopolice la comunicación de ese deporte, del básquetbol, del ciclismo, del automovilismo y, todavía, del carnaval. Es por lo menos irresponsable y negligente.
La derrota de Bauzá y sus compañeros es un golpe al cambio cultural que se necesita para consolidar un país progresista y de primera, como se promocionó. Es dejar morir un ejemplo de cómo hacer las cosas, ordenada, seria y responsablemente con el objetivo de servir a la comunidad. Es, en definitiva, una señal más de que en esta pequeña república hay poderosos que seducen a gobiernos y autoridades o por lo menos los hacen mirar para el costado, dejando un muy pequeño margen para finales hollywoodiense. Acá ganan los malos.
Un asertado planteo de la marcha politica de nuestra AUF.
Yo me siento tan culpable como quienes se prestan a los
manejos del Sr. Tenfiel.
Como tantos ciudadanos estoy expeculando con fulano o
mengano deberia ser el adirigente. EXELENTE NOTA…