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ELECCIONES EN ALEMANIA

 Publicado: 06/10/2021

Primer balance de los resultados


Por Cristina Retta


La social democracia se impone con resultados ajustados

El margen de ventaja del partido Social Demócrata (SPD) en esta elección federal frente al partido Demócrata Cristiano (CDU/CSU) no llega a ser de dos puntos. En las elecciones del 2017 el resultado era a la inversa, llevando amplia delantera la CDU/CSU. Hasta el presente, ha gobernado la Gran Coalición de estos dos partidos mayoritarios, algo que de acuerdo al balance electoral denota reprobación. Hoy la realidad política habla de un cambio que habrá de contemplar a los otros dos grupos que siguen a estos dos clásicos partidos en importancia porcentual obtenida: en primer lugar los Verdes (Alianza/90) y quienes le siguen, los Liberales (FDP). 

Ya habíamos mencionado en una nota aparecida en el pasado mes de mayo los objetivos perseguidos en la estrategia política de estos partidos políticos.[1] No es el momento de hablar de los contenidos programáticos y filosóficos de los partidos, sino que lo que pretendemos es presentar objetivamente los resultados generales de estos comicios. Así, los Verdes, abiertos a coaliciones con unos y con otros, aunque más proclives a Olaf Scholz (SPD), obtienen el 14,8%, que mejora sustancialmente el resultado de la anterior elección, pero se aleja de las pretensiones de su candidata Annalena Baerbock de llegar a la Cancillería. A su vez los Liberales (FDP) se sitúan más próximos a Armin Laschet (CDU/CSU), mejorando ligeramente sus resultados de la anterior elección, al alcanzar un 11,5%. 

En primera instancia, parecía que, dado el estrecho margen por el cual el SPD ganó a la CDU, cualquiera de los dos candidatos (Scholz o Laschet), podría ser canciller. Sin embargo, esa idea quedó anulada con el correr de los días. Scholz ha hecho valer su condición de primer clasificado para suceder a Merkel y no piensa ceder. En filas de la CDU, actualmente se está pidiendo incluso la renuncia de Laschet a la jefatura del partido. 

La siguiente gráfica muestra los resultados obtenidos en la reciente elección 2021 frente en comparación con su antecesora:

 

Resultados preliminares de los conteos oficiales. Fuente: https://www.bundestagswahl-2021.de/ergebnis

En realidad, lo que entrará a tallar a la hora de establecer el gobierno, serán las alianzas (coaliciones) entre los partidos mayoritarios. Serán decisivos y necesarios los acuerdos que se establezcan tanto con los Verdes como con los Liberales (FDP); estos últimos, liderados por Christian Lindner, están en cuarto lugar de acuerdo al porcentaje de votación obtenido.

El gran perdedor de la jornada electoral fue sin duda la CDU, cuyo apoyo descendió a márgenes inesperados. Esta derrota empeora su peor puntaje (31%) que se había dado en 1949; respecto a las últimas elecciones en las que Merkel se presentó (2017), perdió ocho puntos. Hasta el presente, no se sabe si la CDU irá a la oposición o integrará alguna alianza.

Se responsabiliza del fracaso al actual líder del partido, Armin Laschet, por su falta de carisma y errores cometidos en la campaña electoral, hechos que habíamos nombrado en una nota anterior.[2] Sin embargo, y sin desconocer todo lo que pudo haber contado negativamente en relación al candidato, el desgaste del gobierno CDU venía de tiempo atrás y no es exclusiva responsabilidad de este político. Fueron 16 años de liderazgo merkeliano (dentro de la derecha, su ala más progresista), con todo lo que eso conlleva en relación al papel jugado por esta indiscutible líder, que supo dialogar dentro de sus parámetros y representó internacionalmente con efectiva contundencia a la primera economía europea. Pero, en los hechos, fuera de esa relativamente buena “realpolitik” desplegada por Merkel, ¿qué legado positivo concreto dejó a nivel nacional?

En el número anterior de Vadenuevo, ya mencionado, habíamos adelantado que toda la línea política oficial del actual gobierno de coalición (CDU/CSU-SPD), estaba siendo severamente criticada. Desde el manejo de la crisis sanitaria del coronavirus, pasando por la catástrofe que significaron las inundaciones en dos de los Länder occidentales más grandes en extensión y población del país, hasta el tema de la retirada de Afganistán y el retraso en inversiones para agilitar la comunicación informática (Digitalisierung, en alemán), son muy extensas las críticas a la gestión oficial precedente.

¿Marcarán estos resultados electorales un cambio sustancial en la forma de llevar adelante el gobierno? Probablemente no. Aun cuando la coalición que resulte electa para gobernar integre a los Verdes y a los Liberales, el SPD ha venido perfilándose no lejos de las posiciones de Ángela Merkel. Probablemente habrá más énfasis en políticas que apoyen ciertas ventajas sociales y seguramente una suba de impuestos para financiarlas; también se pondrá especial cuidado en incluir una agenda verde, que respalde las políticas medioambientales y se tomarán medidas para modernizar tecnológicamente al país (Digitalisierung). Pero los cambios no serán de fondo.

Elecciones peculiares

Como destacaban los periodistas españoles Luis Doncel y Elena Sevillano el pasado 28 de setiembre, nunca antes en Alemania el voto había estado tan fragmentado, con dos partidos principales muy igualados y otros tres, Liberales (FDP), Verdes (Alianza 90) y el ultraderechista AfD a muy escasa distancia. Al estar los votos tan repartidos, se crea un clima incierto en cuanto a las alianzas convenientes para formar Gobierno. Las especulaciones sobre cuánto tiempo durarán estas negociaciones varían los plazos entre dos a seis meses, de acuerdo a la experiencia existente en base a otros períodos electorales.

En paralelo, el mismo día de la elección federal, se celebraban las elecciones regionales en el Estado oriental de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, donde también fueron ganadores los socialdemócratas (SPD). No ocurrió lo mismo en Berlín, donde la delantera la obtuvieron los Verdes, y el SPD quedó en segundo lugar. La estrecha victoria del SPD era imprevisible hace unos meses. Los favoritos parecían ser la CDU y los Verdes. Sin embargo, los socialdemócratas consiguieron repuntar cinco puntos con relación a las elecciones anteriores. 

La figura de Olaf Scholz, como candidato a la cancillería, jugó a favor de su partido. El veterano político con su gesto adusto e imperturbable, supo sacar provecho de los errores de sus contrincantes y puso de relieve su experiencia como Vicecanciller y ministro de Finanzas de la Gran Coalición que gobernó estos últimos cuatro años. De alguna manera el candidato aseguraba la continuidad de la política de Merkel (el tan mentado “centro”), que promete un panorama sin demasiados sobresaltos, conformando a tirios y troyanos. 

En cuanto a las expectativas frustradas de los Verdes en relación a obtener la Cancillería, si bien no todo funcionó como lo deseaba su líder Annalena Baerbock, este partido repuntó con respecto a la elección anterior, logrando un crecimiento interesante (ver gráfica). En Berlín obtuvieron la mayoría de votos, situándose por delante del SPD. Es un partido muy aceptado por los jóvenes (ya sean militantes o simpatizantes), atentos a su discurso de defensa concreta del medioambiente, de amplias zonas peatonales y sendas para los ciclistas, el pedido de dejar cuanto antes de usar los motores de combustión, y varios postulados de defensa de valores sociales. Es un partido que si bien optó por una candidata al cargo de Canciller, se rige por una conducción bicéfala (su otro líder, Robert Habeck, había acordado, por razones de estrategia política, que fuera Annalena Baerbock la candidata).

En cuanto a la ultraderecha (AfD), si bien tuvo un leve descenso respecto a los comicios anteriores, se asegura ampliamente su representación parlamentaria. Su presencia en los Länder del este del país es contundente, en especial en Sajonia y en Turingia. Ver el siguiente mapa de los resultados por circunscripción:

Resultados electorales por circunscripción (setiembre, 2021). Fuente: Der Bundeswahlleiter.

Por su parte la Izquierda (Die Linke), vio sustancialmente encogida su representación, aun en las zonas del este alemán donde hace veinte años era fuerte.[3] Además de las disputas internas dentro del partido, como lo reconocen las figuras trascendentes de este grupo, el partido se fue alejando cada vez más en los últimos años de los principios sobre los cuales se fundó. “Una amarga derrota para todos nosotros”, declaraba en la noche del domingo 26 de setiembre, en el barrio berlinés de Kreuzberg, una apesadumbrada Sahra Wagenknecht. Dos días más tarde, en una entrevista concedida al periódico Welt,[4] declaraba que La Izquierda (Die Linke), tiene que ser realista y focalizarse en otro electorado.

La experimentada política (teórica y filósofa de esta fracción), ha expresado de forma rotunda, incluso en libros publicados recientemente,[5] el error que representa a nivel político para un partido como Die Linke, el quedarse tan solo en los cenáculos académicos y del bon milieu. Eso apartó al partido de sus bases y tuvo como resultado que solo fuera votado en las grandes ciudades. Así no se llega a los ciudadanos comunes, dice Wagenknecht. Con ello, el partido pierde, justamente, a los votantes para quienes ese partido había sido fundado: el trabajador común, las familias con ingresos reducidos o medios, personas mayores con jubilaciones bajas y muchos pequeños empresarios independientes que durante la crisis del coronavirus fueron abandonados. Por eso el partido tiene que ser realista. Y esto también hay que aplicarlo en lo que refiere a política migratoria.

Repercusiones a nivel de la Unión Europea (UE)

Mientras se formalizan las coaliciones para un futuro gobierno en Alemania, el “club europeo” observa expectante. En un período en que están sobre la mesa temas muy trascendentes, como el establecimiento de reglas fiscales para enfrentar la actual crisis económica, asuntos geoestratégicos vinculados a la crisis en Afganistán, y posturas frente a Estados Unidos y a Rusia, el problema gestado por el gobierno de Joe Biden con la suspensión, a último momento, de la compra de submarinos a Francia, en acuerdo con el Reino Unido y con Australia, que ha generado una crisis y una respuesta de apoyo a los franceses por parte de varios países de la UE… Todas estas cuestiones quedan prácticamente congeladas hasta tanto el socio mayoritario, Alemania (83 millones de habitantes), no decida la coalición por la que optará para hacer Gobierno.

La victoria de Olaf Scholz revive a la Socialdemocracia europea”, se lee como título de un artículo de Guillermo Abril aparecido en El País (Madrid) el 28 de setiembre. El periodista hace alusión a la buena acogida que tuvieron los resultados de estas elecciones en Alemania a nivel de la Unión Europea. Entre otros respaldos, cita un tuit de Frans Timmermans, vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea, encargado de sacar adelante el pacto verde europeo: “Enhorabuena por un resultado socialdemócrata fuerte. La justicia social, la protección del clima y la transformación verde de nuestra economía y sociedad van de la mano y el resultado de las elecciones lo subraya”.[6]

El grupo de países socialdemócratas europeos (UE) cuenta hasta ahora con seis socios: Dinamarca, Finlandia, Malta, Portugal, Suecia y España; hay tres con presencia de la socialdemocracia como socio menor del Ejecutivo: República Checa, Luxemburgo y, hasta ahora, Alemania, y un cuarto, Bélgica, donde la socialdemocracia hace parte de una coalición más amplia. La victoria de Scholz representa un espaldarazo para esta familia política.

También los socialistas italianos en Bruselas, como el Presidente del Parlamento Europeo David Sassoli, se han expresado positivamente, señalando que, tras la crisis histórica que está atravesando, Europa necesita un socio fuerte y confiable en Berlín para lograr una recuperación social y verde.

Pero el impacto más importante que traería Scholz como nuevo Canciller estaría en lo referente a la reforma fiscal de la UE. Así lo deja claro Camino Mortera, investigadora del Centro para la Reforma Euopea: “...quizás con Scholz se puedan flexibilizar un poco más las normas del pacto de estabilidad y crecimiento”. Señala también que en las elecciones alemanas, más importante que quién sea Canciller es quién esté en la coalición, ya que no es lo mismo que la dirección de las finanzas recaiga en manos de un ministro socialista, verde o liberal.

Desde hace ya tiempo en la UE está en debate la autonomía estratégica del bloque. La caótica retirada de Afganistán, el turbio asunto relacionado con los submarinos nucleares vendidos a Australia, desatendiendo previos compromisos con Francia a ese respecto -que creó descontento no solo en el país galo, sino en el resto de los países de la Unión, poniendo en evidencia maniobras de Estados Unidos con Reino Unido y Australia-, son muestra de ello. La Comisión Europea, dirigida por la alemana Úrsula von der Leyen, ya inició su intención de avanzar hacia la defensa común. Las bases del atlantismo abrazado por Merkel y por Laschet pierden, en esta instancia, consistencia. Si asume Scholz, tendrá que tomar esto en cuenta y también lograr una posición sólida frente a Rusia y China.

Mientras tanto, se aproxima la presidencia semestral de Francia en el Consejo de la UE (primer semestre de 2022), a cuyo frente está actualmente Eslovenia. El hasta ahora mentado eje franco-alemán ha quedado paralizado de momento hasta tanto se defina el futuro gobierno en Alemania. De todas formas, habrá cambios. 

Los socialdemócratas españoles, en la persona de la eurodiputada Iratxe García, se muestran muy optimistas con las perspectivas, ya que la línea europeísta trazada por Ángela Merkel continuará.[7] Y agrega que es preciso ampliar el frente franco-alemán, al que habrá de sumarse España, para la defensa de las políticas europeas puestas en marcha y que hay que consolidar. Habrá mucho trabajo por delante para dar respuesta a la crisis Covid, para llegar a que los países ricos del norte contemplen las situaciones financieras desventajosas de los del sur -por ejemplo Grecia, Italia y España- y compartan la deuda (aspecto de la economía europea que genera profundas controversias), y también para atender la flexibilización de las reglas fiscales.

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