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EL FRENTEAMPLISMO CUESTIONADO

 Publicado: 03/10/2018

Desconexiones


Por José Luis Piccardo


Mucha gente siente que las cosas están mal en el país, incluso en áreas donde Uruguay ha mejorado notoriamente en los últimos años, como la economía, pese a las dificultadas actuales. Se trata en general de personas que desde mediados de la década pasada han elevado sus ingresos reales y sus condiciones de vida.

Pero el Frente Amplio (FA) y el gobierno uruguayo no logran sintonizar bien con sus interlocutores descontentos. Da para preguntarse si no habría que intentar la conexión con la gente mediante un mayor énfasis en el reconocimiento de los problemas, de lo que está mal y de lo que podría estar mejor; un balance más adecuado entre lo logrado y lo que es necesario lograr. Quien tenga la percepción de que se ha empeorado –se corresponda o no con los datos de la realidad– difícilmente sea receptivo a que se le diga lo contrario, por sólidos que sean los argumentos. Será necesario romper vallas de subjetividades, generadas en parte por mala o insuficiente información. Dicho esto sin desconocer que en los últimos tiempos se han acrecentado las dificultades, como la inseguridad o el desempleo, para mencionar dos problemas que tienen un especial impacto en la sociedad. Pero no se trata únicamente de errores en la comunicación, que en todo caso son consecuencia de otras cosas: aquellas que tienen que ver con retrasos en la renovación del Frente Amplio, en asumir nuevas realidades económicas, sociales, políticas y culturales.

Acaso haya que sintonizar de otra manera con interlocutores más preocupados en resolver lo que aún no tienen, en vez de centrarse en la revaloración –siempre necesaria– de lo que ya han logrado y que han incorporado a sus vidas como derechos. Esto último es lógico y, además, justo. Los muchos miles que en los últimos años accedieron a la asistencia sanitaria reclaman, con razón, que la misma sea cada vez mejor. Quien obtuvo una casa nueva, tras vivir en condiciones precarias, aspira a que le mejoren el barrio, a equipamientos que faciliten aún más su vida. Los que han logrado avanzar –por su propio esfuerzo y por las políticas aplicadas en el país– demandan cosas nuevas y, por lo tanto, van cambiando las prioridades. Hay que reconocer que merecen respuestas, y no solo que se les recuerde las carencias con las que vivían antes.

Como se observa en las redes y en otros ámbitos, suele creerse que la mera afirmación es suficiente para convencer. Los mensajes para descargar broncas o festejar humoradas contra los adversarios no sirven a nadie, y mucho menos en estos momentos al frenteamplismo, que precisa abrir diálogos y no cerrarlos con aquellos que piensan diferente, están decepcionados o escépticos. Quien tenga algún grado de afinidad con la oposición, difícilmente cambiará su postura si lo que le llega de los frenteamplistas no son argumentaciones sino calificativos a quienes piensan diferente y expresiones de soberbia. Intentar quitarle relevancia a los errores propios adjudicándole las culpas a terceros (la oposición, los medios, el imperialismo, la derecha) es una torpeza política acerca de la que muchas veces advirtiera Liber Seregni.[1]

En ese juego, tal como están hoy las cosas, pierde la izquierda. Pierde más que el resto del sistema político. Tal vez era diferente en tiempos no lejanos, pero las circunstancias han cambiado. Hay que buscar acercamientos, lo que no se logra con enojos y rezongos a “los que no entienden”.

En política gana el que convence. Como pocas veces en su historia, el Frente Amplio necesita convencer. No lo está logrando en la medida necesaria. Debería revertir esta situación cuando se avecinan tiempos políticos en los que se pondrán en juego su obra, sus proyectos y sus ideales.

No nos afiliamos a la creencia de que el gobierno se quedó sin agenda, pero es necesario ampliarla y actualizarla en múltiples áreas, que están requiriendo innovación, renovar ideas, replantear objetivos porque se han cumplido metas y porque hay que dar respuesta a nuevos problemas como condición para seguir avanzando (o sea, para no estancarse y retroceder). Esta vocación innovadora, de autoexigencia, anticonformista, que ha sido consustancial a la izquierda, está debilitada; debe quedar clara para la ciudadanía. Y sin manchas. Porque a lo anteriormente señalado corresponde agregar y subrayar que se han instalado en la sociedad preocupaciones y exigencias éticas a raíz de hechos y conductas lamentables que involucraron a varios políticos, entre ellos a integrantes del Frente Amplio. Sería contraproducente pretender contrarrestar las consecuencias políticas de tales hechos rehuyendo las críticas y autocríticas que correspondan, y apelando a la recordación de deplorables episodios de corrupción del pasado o al señalamiento de actitudes inmorales de integrantes de la oposición. Esto último hay que hacerlo, pero no como procedimiento de defensa y para rehuir el reconocimiento de conductas injustificables en filas del FA. Este tiene el deber de dar señales potentes sobre la ética en la política y su compromiso con ella, comenzando por el combate a las desviaciones de sus propios integrantes. De lo contrario el precio a pagar será altísimo, incluso mucho más allá de un resultado electoral adverso.

El FA también pagará un elevado precio si no despeja las explicables dudas que generan algunas posturas dentro de sus propias filas sobre situaciones represivas en países supuestamente de izquierda. Ninguna otra fuerza política ha luchado más que el FA por las libertades y los derechos humanos, habiendo actuado sin fisuras contra la dictadura (mientras que importantes sectores de los partidos Colorado y Nacional la respaldaron, sin que hasta ahora sus organismos máximos de dirección hayan hecho autocrítica al respecto). Pero la defensa de la democracia es una tarea permanente e independiente de lo que proclamen quienes la desconocen, en cualquier país del mundo, bajo cualquier régimen de gobierno. No caben consideraciones políticas oportunistas o posturas ideológicas regresivas enquistadas dentro de la estructura del FA y opuestas a los grandes valores que miles de frenteamplistas defendieron pagando con la vida, prisión, exilio e inenarrables sacrificios. En torno a su coherencia con relación a este tema, la izquierda uruguaya también se la está jugando en la batalla por la continuidad y profundización de su proyecto.

Ojalá el Frente pueda sintonizar con los reclamos de la gente, ponerse codo a codo con ella para abordarlos, ubicarse en la primera fila de las demandas y restablecer plenamente el espíritu que, más allá de aciertos y errores, ha caracterizado históricamente a la izquierda, aunque ahora las propuestas deban actualizarse en función de condiciones nuevas.

Resumiendo, parecería necesario apuntar más a lo que falta, a las propuestas y a los objetivos. También a lo que no debió haber sucedido. Y al compromiso claro con los valores por los cuales la ciudadanía le dio al FA la altísima responsabilidad de conducir los destinos de la República.

4 comentarios sobre “Desconexiones”

  1. Hace un excelente análisis, muy objetivo y real
    Además de plantear un camino, posibles y necesarias respuestas que muchos estamos esperando hace mucho….se dará ese cambio de rumbo?

  2. Comparto un análisis honesto y bien argumentado.Se acercan tiempos de enfrentamientos duros con una región derechizada.A todos nos cuesta hacer autocritica.Pero de lo que estamos convencidos es que « más de lo mismo» no soportamos ni siquiera gente como yo que soy un voto cautivo del FA

  3. Agregaría sólo unas frases: «Es mas fácil engañar a la gente, que convencerla de que ha sido engañada»
    Mark Twain.
    «No acaba de morir lo viejo y lo nuevo no puede nacer»-Antonio Gramsci.
    «Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos «.Nicolás Maquiavelo.
    «No nos dominarán por la fuerza, sino por la ignorancia.»-Simón Bolivar.

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