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VADENUEVO DE COLECCIÓN: De nuestro N° 1 (octubre de 2008)

 Publicado: 05/09/2018

Es hora de madurar


Por Federico Martínez


Cuando en 1986 se aprobó un nuevo estatuto del Frente Amplio (FA), eran tan grandes las susceptibilidades de los grupos que lo integraban que hubo que incorporar una serie de reaseguros que contemplaran los posibles avasallamientos de mayorías circunstanciales en detrimento de principios filosóficos de los diversos partidos.

La ingeniería que se nos ocurrió (y digo "nos" ya que intervine personalmente en aquel endiablado "ñandutí") fue tan complicada que para contar los votos en un Plenario Nacional había que apelar siempre a Oscar Bottinelli, entonces secretario de la presidencia del FA, única persona capaz de anunciar un resultado con cierta velocidad y no pasar horas interpretando aquel estatuto que nos había llevado, para su aprobación, alrededor de un año y medio.

Para ilustrar lo dicho va un ejemplo. Cada grupo tenía seis votos en el Plenario, pero para ciertas situaciones si cuatro sectores integraban una subcoalición, seis por cuatro no era veinticuatro sino quince, pero para complicarla un poco más, si uno de los cuatro no votaba con el resto, entonces quince menos seis no daba nueve sino dieciocho, ya que en ese caso la subcoalición no actuaba como tal.

Esto no ocurría porque sí.

El FA se formó en 1971, a los dos años vino el golpe de Estado y esos dos años no se caracterizaron por la tranquilidad. Por otro lado, no me animaría a afirmar que todos se integraron al Frente por las mismas cosas. Luego vinieron los doce años de dictadura y a la salida hubo temas y grupos nuevos, gente diferente, distintas experiencias, en fin, cantidad de asuntos que suponían algo así como empezar de nuevo y, por lo tanto, recelos, inseguridades, situaciones que era necesario contemplar.

Por eso la vida del FA no era demasiado democrática y, más allá que siempre es bueno buscar consensos, en última instancia, las resoluciones hay que tomarlas y es mejor tomarlas que no tomarlas.

De acuerdo con ese estatuto del 86, el Plenario, por ejemplo, proponía un nombre para la candidatura a la presidencia de la República al Congreso y éste, que tenía el 90% de delegados de los comités de base (mientras en el Plenario los dos tercios eran delegados de los partidos), podía decir que sí o que no y si era no, el tema volvía al Plenario.

¿Cómo era el asunto en los llamados partidos históricos o tradicionales?.

Estos tenían una forma muy particular de organizar su vida interna.

En un mismo acto electoral se resolvían las primarias y las nacionales.

¿Cómo se lograba ese milagro? Muy fácil: cada partido podía llevar el número de candidatos que quisiese en las elecciones nacionales, 3 o 5, los que fueren, todos los apoyos sumaban y al final podían compartir el "triunfo" Wilson Ferreira Aldunate con Oscar Aguerrondo, Jorge Pacheco Areco con Amílcar Vasconcellos, y de esa manera elegir un presidente de la República con el 22% de los votos, como sucedió con Juan María Bordaberry en 1971 . O sea, esa pretendida democracia interna terminaba, a través de una carambola a cinco bandas, calentando al 78% del electorado.

¿REASEGURO O DEMOCRACIA?

A la salida de la dictadura todos los partidos políticos revaloramos las libertades y la democracia. Esto no quiere decir que no siguiera habiendo diferencias en la importancia asignada a la justicia social, la cristalinidad en la toma de decisiones y el tratamiento de los derechos humanos como elementos que hacen a la profundidad de la democracia. Pero es verdad que hubo una búsqueda para hacer más transparente y, por lo tanto, más democrático el proceso electoral en el país. De ahí que durante los diez años posteriores a la salida democrática se discutió y finalmente se aprobó una Constitución que fue un avance real más allá del balotaje (no tanto por el tema en sí mismo sino por haber sido incorporado exclusivamente para impedir el triunfo del F.A. en el futuro inmediato).

Desde que se aprobó esa nueva Constitución han pasado más de diez años, dos elecciones y estamos acercándonos a la tercera. Desde que se terminó la dictadura han transcurrido 24 años, casi un cuarto de siglo de vida democrática, intensa en debates y muy cambiante; las tres grandes fuerzas políticas han gobernado, se ha respetado la Constitución, las elecciones de las autoridades departamentales ya no están subordinadas a las nacionales, se logró que cada partido político lleve, obligatoriamente, un solo candidato a la presidencia y ese candidato, así como las autoridades partidarias sean elegidos en un acto electoral (las mal llamadas "internas" o primarias) el mismo día. Con este sistema, único en el mundo, se ha congregado, en cada ocasión que se ha convocado, más del cincuenta por ciento del electorado, situación también única en el mundo.

Ante este panorama, ¿es necesario en el F.A. seguir privilegiando los recelos en detrimento de la confianza? ¿Hay que insistir en los reaseguros en lugar de la democracia?

Los hechos dicen que sí. El FA sigue eligiendo su Plenario Nacional en una instancia en que participan algunas decenas de miles de personas. En cambio la Convención que se elige en las primarias en las que participan varios centenares de miles no tiene ninguna validez en su vida interna. El FA ha preferido, hasta ahora, elegir a su candidato a la Presidencia de la República en un Congreso de 1500 delegados elegidos en reuniones de comités de base en que, sumadas todas, no llegan a algunos miles de personas, en vez utilizar una herramienta que la Constitución prevé y en la que, seguramente, participa no menos de medio millón de electores.

¿Por qué sucede esto? ¿No ha sido suficiente el tiempo para superar resquemores?

¿No será que las razones de hoy son diferentes?

Hoy hay sectores del FA que defienden determinados sistemas porque en ellos son más fuertes y si las compuertas se abren se debilitarían.

Pero cuidado, porque las tensiones que llevan a rupturas no se arreglan con estatutos. Las diferencias políticas se superan con acuerdos y no con mecanismos estatutarios.

El FA se formó, entre otras cosas, porque Zelmar Michelini y Francisco Rodríguez Camusso no podían coincidir con Pacheco y con Aguerrondo; en 1989 el Partido por el Gobierno del Pueblo (PGP) se fue del FA debido también a diferencias políticas. En ninguno de los dos casos sirvieron los estatutos partidarios. Y por ser las alianzas y las afinidades políticas entidades libres y voluntarias, no hay mejor forma de resolver los grandes temas, como las autoridades partidarias o la elección de candidatos, que apelando al más amplio cuerpo electoral y no al más estrecho y en especial en un sistema en el que no siempre el mejor para ganar una interna (dirimida entre pocos) es el mejor para ganar la primera vuelta y menos aún para triunfar en un posible balotaje.

5 comentarios sobre “Es hora de madurar”

  1. totalmente de acuerdo!!!! nunca me sentí representada ni por mi delegado de comité. por eso hace AÑOS que solo voto o participo del grupo político que pertenezco, pero poco, muy poco. y de no ser por el miedo a la superderecha ya no votaría en las próximas elecciones. o en lo haría en blanco para no pagar la multa. estoy harta!

  2. «Aquellos cueros trajeron estas correas» dicen los paisanos en el campo. Algunos venimos de la izquierda desde nuestros primeros tiempos y perteneceremos a ella aunque haga tres períodos de gobierno que no votemos ya. La educación y la seguridad – problemas muy serios por cierto- no son los problemas mas graves de la República. Para muchos el problema mas grave es la Política, que no figura como problema en las múltiples encuestas que se producen. La Política – la de siempre, aquella de la que hablaban los griegos- devino en gerenciamiento, en administración, en gestión y en corruptelas varias. Vivimos en el mediodía de las opiniones y en el ocaso del pensamiento. No hay Política sin pensamiento. Madurar sería muy bueno pero para ello parece imprescindible -antes- hacerse cargo en profundidad y extensión de la tragedia, como modo preciado para la prosecución de la verdadera emancipación.
    ¡Cómo no comprender el hartazgo de Laura!

  3. Una generación se enamoró del frente, la que ganó las calles, cuando se dio el golpe de estado. La del exilio, y las cárceles. Cacerolio en las noches. hizo suya, esa herramienta. Talvez hoy necesite, otro dinamismo, pero es única. La creación de la colcha de retazo. Qué supo dar sus batallas al fascismo.

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