Donato Marrero
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EDUCAR EN COMPETENCIAS
La formación en la reforma: los cursos MOOC para docentes
Por Julio C. Oddone
Durante la pandemia de Covid-19, en 2020 y 2021, hicimos referencia, en varias oportunidades, a la virtualización compulsiva (Ver Vadenuevo 142, 143, 144 y 153), tomando un concepto de Brener (2020), por la que docentes y estudiantes tuvimos que adaptarnos a un modelo alternativo a la presencialidad.
Compulsiva en el sentido de su imposición por parte de las autoridades como política educativa, durante la cual, la tarea docente fue exigida hasta límites nunca vistos.
Al finalizar la emergencia sanitaria y reanudarse en forma plena las clases presenciales, la pandemia se mantuvo para justificar la reforma educativa, cobrando nuevo impulso el concepto de nueva normalidad.
Diversas actividades que, antes de la pandemia, se realizaban en forma presencial fueron sustituidas por virtualidad, pantallas, Zoom y plataformas: elección de horas docentes, coordinaciones, reuniones de evaluación, entre otras instancias.
En este artículo abordaremos una nueva modalidad para formación de docentes implementada por la ANEP para la transformación curricular mediante la resolución 1179/022.[1]
En esa resolución se establece que la modalidad de los cursos para la formación será la Modalidad MOOC “con diferente nivel de profundización y personalización y la exigencia de aprobar el primero para continuar con el segundo”. (ANEP, Resolución 1179/022)
Los cursos MOOC tienen su apogeo a nivel global alrededor del año 2012, en las grandes universidades. Se denominan así por ser una sigla que significa Massive Online Open Course (Cursos en Línea Masivos y Abiertos). Nos vamos a referir a ellos simplemente como cursos MOOC.
La Formación o Educación a distancia (EAD) no es un fenómeno novedoso ni original. Desde el siglo XVIII -incluso algunos autores lo establecen antes- y hasta mediados del siglo XX, con la generalización de la correspondencia y el correo, se desarrollaron cursos con gran aceptación mediante el pago de una suscripción, y a vuelta de correo se recibían los materiales.
En los años 90, con el desarrollo de la tecnología y la conectividad por internet, se desarrollan las primeras modalidades virtuales, y los cursos MOOC surgen a partir de 2010 o 2012.
Los cursos MOOC están basados en el conectivismo de George Siemmens, una teoría del aprendizaje (sic) algo pretenciosa, desde nuestro punto de vista.
El conectivismo es la integración de principios explorados por las teorías de caos, redes, complejidad y auto-organización. El aprendizaje es un proceso que ocurre al interior de ambientes difusos de elementos centrales cambiantes –que no están por completo bajo control del individuo. El aprendizaje (definido como conocimiento aplicable) puede residir fuera de nosotros (al interior de una organización o una base de datos), está enfocado en conectar conjuntos de información especializada, y las conexiones que nos permiten aprender más tienen mayor importancia que nuestro estado actual de conocimiento. (Siemmens, 2007)
El párrafo es solamente descriptivo. El conectivismo de Siemmens no puede ser considerado una teoría del aprendizaje en sentido estricto, ya que no logra más que detallar algunas características del conocimiento y del aprendizaje. En apenas algunas páginas confunde lo que pretende ser una “teoría” con unos lineamientos sobre cómo se enseña o cómo se aprende en entornos digitales y conectados. Por eso decíamos que era demasiado pretencioso para llamarla “teoría del aprendizaje”.
Globalmente creemos que es exagerado y pretencioso, por las razones que desarrollaremos más adelante y en detalle, llamar teoría, tal como el autor lo declara (Siemmens, 2004) a algo expuesto en menos de tres páginas […] existe entre los autores un consenso en exigir a una teoría una serie de informaciones y de elementos organizados en unas categorías perfectamente definidas y estándares. (Zapata-Ros, 2014, cap. I, Consideraciones generales)
Para que una teoría sea considerada como tal debe, al menos, explicar una relación de causa-efecto, y en educación, ser “una orientación directa a los alumnos sobre que métodos hay que utilizar para conseguir objetivos educativos”. (Zapata-Ros, 2014, cap. I)
Las condiciones de aplicación, métodos y alcances son elementos que no figuran en el trabajo de Siemmens, por lo que, a lo sumo, podemos considerar al conectivismo como un aporte teórico, modelo o enfoque pedagógico con el aporte de las tecnologías de la información y la comunicación, las redes e internet.
El sustento de los cursos MOOC se fundamenta en el conectivismo en el sentido de la presencia masiva de los medios de comunicación, la televisión, la radio e internet que denominamos TIC o Tecnologías de la Información y la Comunicación.
En sus formas más conocidas, los cursos MOOC son considerados de dos tipos: los cMOOC (conectividad), fundado en las redes de aprendizaje de Iván Illich, en los cuales se aprende desde la autonomía, la creación y la generación de los conocimientos; y los xMOOC, que se fundamentan en una formación tradicional a través de videos y cuestionarios cortos donde el conocimiento se transmite y se reproduce (Alfonzo y del Carmen, 2015).
Los cursos de Formación para la implementación de la transformación curricular tienen como objetivo buscar la “sensibilidad y apropiación del marco curricular, las progresiones y los programas [y el] desarrollo de la formación en las capacidades vinculadas a la nueva orientación curricular, aportando instancias de análisis, contextualización y reflexión” (ANEP, Resolución 1179/022).
El camino elegido por la ANEP para establecer esa formación fue, entre otros, la instrumentación de instancias mediante cursos MOOC, concretamente del tipo xMOOC.
Entre los objetivos del curso figura “conocer la transformación curricular y sus implicancias para el trabajo docente”, se realiza en modalidad virtual, es autoadministrado y sin tutoría, en una primera instancia. Luego, en una segunda etapa, la idea es profundizar sobre esa transformación, también en formato virtual y autoadministrado, participando en foros y con cierta devolución (ANEP, Resolución 1179/022).
Diversos desarrollos teóricos sobre los MOOC establecen una cuestión que es significativa: es indudable que esta modalidad de enseñanza ha causado un gran impacto a nivel académico (Zapata-Ros, 2013), considerada casi como una revolución (Valverde, 2014), por lo que han recibido una gran atención de la comunidad académica (Del Carmen & Alfonzo, 2013).
Sin embargo, en educación nunca es bueno dejarnos llevar por “modas” pedagógico-didácticas que tienen un éxito aparente. Es bueno pararnos a pensar y desarrollar una visión crítica. Sin desconocer la actualidad del fenómeno MOOC, pero también cuidándonos de caer en la trampa de que es la panacea que viene a solucionarlo todo. Nada de eso.
Los cambios producidos por la tecnología en la educación han tenido un rasgo común: se han aceptado de forma acrítica. El conectivismo, fundamento de los MOOC, se ha aceptado casi unánimemente y se ha ensalzado como una teoría con esa naturaleza desde la academia […] qué ganancia pedagógica suponen o si constituyen realmente una innovación […] en qué contexto se producen y qué alternativas viables hay. (Zapata-Ros, 2014, cap. IV, Los MOOC, una visión crítica)
En un contexto propicio para las propuestas de reforma y con discursos socialmente bien valorados sobre la eficiencia, la eficacia y los aprendizajes para el mundo del trabajo y las competencias, la ANEP establece los Cursos de Formación y su sensibilización en el marco de la transformación curricular, organizándolos en su modalidad MOOC: masivos, en línea, abiertos. Además de obligatorios.
Construir una visión crítica respecto a la modalidad implementada por la ANEP nos lleva a preguntarnos si realmente son una innovación pedagógica.
Veamos: la propuesta de la ANEP para los Cursos de Formación se basa en la modalidad xMOOC, en la cual la persona participante se inscribe, accede a una serie de contenidos previamente cargados y, de manera autoadministrada, cumple con los requisitos del curso. Al final, una evaluación en línea certifica los resultados y la aprobación del mismo.
Desde este punto de vista, consideramos que, con esta modalidad, nos enfrentamos a una cantidad de cuestiones que es interesante problematizar.
La primera: ¿cómo aseguramos la identidad del participante? Esto mismo se lo preguntan varios autores: “una de las problemáticas que enfrentan los MOOC es la identificación del alumno y garantizar que la persona que se matricula en el curso es la que realmente lo realiza” (Del Carmen & Alfonzo, 2015).
Otro de los aspectos a problematizar: ¿la tasa de abandono fue considerada como un punto importante? A este respecto, “la tasa de abandono es uno de los inconvenientes en el desarrollo de los MOOC” (Del Carmen & Alfonzo, 2015). ¿No es significativo que la ANEP los haya instituido como obligatorios?
La masificación es otro aspecto que me interesa destacar. En esta etapa de los Cursos de Formación están convocados a inscribirse quienes deben comenzar el primer curso de la transformación curricular, primer año en Primaria y séptimo de Educación Media. Hasta el 28 de febrero de 2023 se inscribirán, de forma obligatoria, miles. ¿Cuál es el poder transformador del curso con este grado de masificación?
En definitiva, ¿estamos frente a una genuina renovación pedagógica? Pensamos que no. Los Cursos de Formación son simplemente una instancia meramente formal de divulgación de una reforma educativa que nació desde la base con el rechazo mayoritario del magisterio nacional.
No creemos que la convocatoria sea sinónimo de éxito; es simplemente obligatoria. En educación, siempre, lo impuesto arbitrariamente tiene corta vida cuando estamos dentro de un salón de clase.