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ENTREVISTAS Y GESTIONES DE “LA EXTINTA CNT”

 Publicado: 05/06/2018

Tiempos turbios... (III)


Por Eduardo Platero


Los resultados de la “reafiliación sindical” impuesta por la dictadura fueron contundentes. En 5 o 6 meses hubo más reafiliados a los sindicatos de la CNT que los que ésta había reconocido tener en su último Congreso. A la dictadura la desconcertó tanto que por un tiempo la iniciativa pasó a nuestras manos.

Atropellamos con la gente a las unidades militares que se habían manifestado como “controladores” de nosotros y les metimos encima todas las reivindicaciones y todos los reclamos.

Los tomó tan de sorpresa que el Negro Thelman Borges llegó a meterles el personal de SADIL en la Plaza de Armas de un cuartel y hacerles una especie de Asamblea-Mitin. Y nosotros (ADEOM), por ejemplo, llegamos a entrar al mismo Comando General del Ejército en la calle Garibaldi. El personal de Alumbrado, con Monterito, un corazón valiente si los hubo, a la cabeza y una lista de reclamos junto con planes para mejorar la atención al público.

A mí, me citaron varias veces al Club Naval, en la calle Soriano. Nunca pude saber si como Fuerza o por iniciativa de algunos oficiales. Querían de cualquier manera que yo les contara “negociados de Rachetti”, tal vez como arma para apoyar sus pretensiones a esa Intendencia.

Yo “cuerpié” como pude. En realidad no tenía “negociados de Rachetti” que contarles porque no los había. Por lo menos que yo conociera, pero realmente creo que fue una administración limpia. Autoritaria. ¡Durísima!, pero sin los negociados innumerables e impúdicos del Gral. Bartolomé Herrera. Por otra parte, no tenía ningún interés en hacerles el caldo gordo.

No había forma de sacarlos de su persecución a “lo corrupto” individualmente considerado. Estaban convencidos de que los males del país se debían sólo y exclusivamente a la corrupción de los hombres. No había forma de que entendieran que el problema, si bien incluía a hombres, era de sistema. Que en tanto se gobernase de acuerdo al FMI el país seguiría hundiéndose.

Finalmente zafé haciendo entrega de un escrito de más o menos cuatro carillas en que planteaba mi punto de vista. Por intermedio de una mano amiga le hice llegar copia a Rachetti y guardé en casa segura mi propia copia. Rachetti no acusó recibo pero supongo que habrá tenido en cuenta todo este asunto. En realidad, desde el primer encuentro con él apareció una tirantez entre nosotros. Yo no le soportaba sus modales de dueño de vidas y haciendas y cada vez que podía hacía o decía cosas que lo molestaran.

No nos podíamos ver, pero ambos nos tratamos con lealtad.

Nuestra pequeña contraofensiva fue lo máximo. Hasta allí llegamos y de acuerdo a una especie de lógica correspondiente al primer período de la Dictadura, que va desde su inicio hasta el “300 Carlos”, reaccionaron ante la sorpresa cerrándose y largando a “los aparatos” a cambiar el clima con represión.

Pero hubo de todo en esos meses en que, aparentemente, no pasaba nada.

Mientras los militares reacomodaban el cuerpo, Bordaberry, “El País” y Radio Carve hacían sonar los tambores. Fueron los principales impulsores tanto de la política económica como de la represión.

Ni “El País”, ni Radio Carve, reconocieron jamás su responsabilidad, pero fueron los lobos que más fuerte y continuamente aullaron en contra nuestra. Lo venían haciendo desde el pachecato. La “Orientalídad”. La Bandera. La interpretación patriotera de la canción “Disculpe” y toda esa ensalada de patriotismo y terror que habían alcanzado un éxito con la campaña del terror en las elecciones del 71 fue obra de ellos

¡Nunca reconocieron la cuenta y cuando el carro de la Dictadura se empantanó se bajaron discretamente para vestirse con sus mejores galas de demócratas!

Por cierto que ayudaron activamente los intentos de aislarnos y luego callaron, púdicos y distantes, cuando nos estaban pasando por la máquina de picar carne.

Bueno, tengo tendencia a dispersarme: el asunto es que también atropellamos por arriba luego del “parate” de la reafiliación.

Recuerdo que empezamos a empujar con el 1º de Mayo y llegamos hasta los mandos del Ejército y la Fuerza Aérea.

Con la Fuerza Aérea fueron dos o tres entrevistas con la plana mayor: Paladino, el segundo que no recuerdo y Carlos Pache, que era el hombre de Inteligencia.

Que fue el que más politiqueó con nosotros recibiéndonos en su despacho y haciéndose llamar para dejarnos solos con todo un mundo de papeles sobre el escritorio.

Y una pecera de esas tipo copa llena de balas .38 o .357 Magnun que me moría por ver para salir de dudas, pero me abstuve. Una vez hasta dejó el revólver, uno de esos ñatos, “Smith & Wesson”. Reconocí el modelo en manos de uno de los oficialitos que me prendieron el 13 de junio del 77.

Un “interarmas” completo, uno con esos ñatos, otro con las “Walter” P.38 que utilizaba la Marina y otro con una .45 del Ejército. Para completar y en papel subordinado un tira con una nueve milímetros, creo que Astra.

Bien que los recuerdo, pero sin rencor; al final yo puedo contar acerca de esos años y ellos los andan ocultando.

La Aviación, en principio, decía no tener nada contra nosotros siempre que no anduviésemos con el martillo y la hoz muy visible y menos contra el 1º de Mayo. Pero el Ejercito... ¡la seguridad....!, y un rabanito.

No les daba el cuero para pelearse con el Ejército y sabían que si daban permiso juntaríamos centenares de miles de personas abriendo paso al proceso de redemocratización.

Lo que pasó en el ’83 ya estaba claro en esos tiempos. Si había algún Paro General, algún acto masivo y si en la Universidad los estudiantes lograban movilizarse y ganar la calle, la precaria unidad interna de los golpistas se rompía y tendrían que optar entre la vía chilena o la salida democrática.

El problema era que a nosotros no nos daban las fuerzas para hacerlo; sí para complicarles la vida y entreverarles la baraja.

Pero no como para ganar la calle con las masas e imponer una salida.

Pasaba que los matices eran muchos dentro de los militares y entre estos y el elemento civil que acompañaba el Golpe tratando de conducirlo, pero eran matices y no contradicciones.

Matices desorganizados, sin que la verticalidad de una logia les diera fuerza. ¡Faltó la logia democrática! A los constitucionalistas que quedaban los liquidaron el 9 de febrero. A lo sumo estaban los matices de los que decían “hasta ahí no llego”. Y faltó, también, la resistencia de los parlamentarios. Se dejaron cerrar el Palacio y no intentaron, siquiera, reunirse en otro lado.

Hasta cierto punto, además, todos ellos empezaban a sentirse cómodos dentro del Golpe Una vez dado, todos, aun los que fueron arrastrados o simplemente consintieron, empezaron a sentirle el gustito dulce.

Todos querían algo del Golpe luego de que se hubiese dado.

Integrar el Cosena y sentirse “gobernantes”; ascender; meter miedo; ganar más y tener más “categoría”.

Uniformarse para no hacer colas o robarse plaquetas en desuso de los cementerios para recubrir sus parrilleros, ¡baratos de cuarta! En fin…

Sentían que tenían las manos en el pastel, que los oligarcas les frotaban el lomo y los yanquis les sonreían, y se querían quedar.

Con Chiappe Posse hablamos una sola vez, en su sede de Soriano y Paraguay.

Fue allí, en la Sala de Guardia, donde nos hicieron esperar, que vi por primera vez la enorme ampliación, casi a cuerpo entero, de la foto de los cuatro soldados en el jeep.

Estuvimos un buen rato y le busqué concienzudamente los agujeros de bala a los ponchos y las manchas de sangre, pero no se les veía. En cambio, resaltaba el mate en primer plano entre los dos de adelante.

Y la frase con letras enormes abajo, que decía algo así como que eso pasaba por no estar alertas y que la guardia debía defender su puesto con fuego y bayoneta.

Un día, en el Penal, me estaban verdugueando verbalmente unos alferecitos, de cara a esa misma foto, y cayeron en la estupidez de preguntarme si no tenía nada que decir; y de caliente les dije lo de los agujeros ganándome un brutal empujón que me dio de cabeza contra ella.

Pero, se dejaron de embromar... ¡y no tenían agujero los ponchos!

Se rumoreaba que Chiappe, que no era de las logias golpistas –nunca supe si fueron una o más– y que, masón y pachequista, se había subido al Golpe aprovechando que el grado lo ponía a la derecha, venía dando manotazos de ahogado para sostenerse ante el firme embate de los verdaderos dueños del Golpe.

Se decía que eran los Zubía quienes pedían su desplazamiento y que tenía cortados –discretamente– los accesos a Montevideo y que la División Nº 1 no lo apoyaba.

Por eso nos recibió. Con la ilusión de que podría llegar a algún acuerdo con nosotros que le permitiera afirmarse en la Comandancia en Jefe.

Y nosotros íbamos por cuestiones concretas e invariables.

Libertad para los detenidos sindicales; 1º de Mayo y un camino claro y definido hacia la salida con las condiciones que la CNT había puesto al inicio de la Huelga General.

Salvo en lo que hace a “semblanteo”, la entrevista no sirvió para nada y, tal vez, aceleró su final.

Pero, no habíamos ido con ninguna ilusión.

Recuerdo que nos recibió en un despacho grande con mesa en el medio, lo que hacía suponer que servía para reuniones y supongo que nos habremos sentado; sin embargo lo recuerdo a él paseando con dos edecanes un paso atrás.

Había más oficiales, pero no recuerdo que se hayan presentado.

Nosotros sí, éramos todos “individuos” con nombre y apellido, ninguno requerido y que, ¡justamente¡, teníamos la preocupación curiosamente coincidente de hablar con él y pedirle para celebrar el 1º de Mayo.

Porque, de acuerdo al complicado protocolo que habían elaborado, “la extinta CNT” no existía... ¡Únicamente recibían “personas”!

La cosa le fue planteada creo que por un bancario y Chiappe empezó a dar vueltas materiales, seguido de los edecanes, y mentales porque en lugar de contestar que sí o que no, empezó a decirnos lo patrióticos que eran, lo corrupto de lo anterior y las obras que estaban haciendo.

Creo que el discurso era más bien para los militares que para nosotros y que no todos los que lo acompañaban formal y obsequiosamente eran de los suyos.

Con lo cual, del pique quedaba descartada toda conversación que valiera la pena.

Cuando hay muchos del otro lado la cosa es más para ellos que para de veras buscar algún acuerdo.

En esos días había salido un librito, ¡libro como de 150 páginas y tapa dura!, en el cual se recomendaba a todos los oficiales (era de circulación reservada) que no hablaran de los comunicados 4 y 7 y que tampoco de los planes futuros, limitándose a las “realizaciones”.

Se estaban curando en salud; la crisis los había arrasado en sus sueños de dictadura próspera y estaban empantanados en lo que habían considerado obras ejemplares para mostrar a todos lo muy ejecutivos que eran.

El pontón del Banco Inglés, varado en Malvín, se negaba a dejarse sacar y ellos gastaban cables, remolcadores y tractores sin moverlo; la torre del Aerocarril de la punta de la playa, frente a la Isla de las Gaviotas, era otro fracaso ya que, después de anunciar con bombos y platillos su voladura, se dieron cuenta de que también harían volar todos los vidrios del barrio.

Terminaron demoliéndola lentamente a marronazos.

Yo, que conocía la historia de cómo la habían pintado el Sacha Previtali y la muchachada de Pregón, gozaba especialmente de ver con qué lentitud avanzaban en su estúpida labor de borrar el nombre de Alba.

Por ultimo, la tercera de las “tareas de Hércules” que se habían autoimpuesto, el desecamiento de los bañados de Carrasco, rompió una punta de camiones -de la Intendencia, no los de ellos– y, si se completó, no se notó de inmediato.

En el largo plazo, al acelerar el pasaje del arroyo, lo único que consiguió es que llegara más polución al mar.

En su perorata, que nos tenía a todos aburridos, habló de los planes de vivienda y de unas obras que se estaban haciendo en la ciudad de Libertad; y Torres, el del SUNCA, que siempre fue polvorita, lo cortó para decirle que las habían paralizado.

¡Y se trenzaron en que sí y que no! Como perros encarnizados. ¡Que están en marcha! ¡Que no están nada! Que el Ministro dijo.... ¡Que vamos hasta allí a constatarlo!

¡Qué! ¿Usted dice que yo estoy mintiendo…?

Bueno, cuando la cosa llegó a ese punto yo me largué a cortar y, luego de una larga, complicada, ininteligible y suavizante perorata de la cual no recuerdo absolutamente nada, conseguí llevar las cosas hacia otro lado.

Lo cual parece que me dio una cierta fama de “diplomático” que me llevó a que fuese una punta de ese dialogo intermitente que ellos a veces buscaban y siempre negaban tener.

Cuando pude destrenzarlos ya era tiempo de los adioses porque estaba claro que no tenía nada que ofrecer y que no tenía nada que esperar de nosotros

Al despedirnos, secos y ceremoniosos, lo miré a la cara –él también me estaba mirando– y me pareció ver que ya se daba por caído.

Esos ojos que presagian la derrota del boxeador que vuelve a su esquina el round previo a caer.

Agotamiento, una especie de “ya hice todo lo que podía” y la angustia del final inevitable.

Tampoco era o es cuestión de llorar por él.

Fue uno de los tantos oportunistas que se subió a todos los carros que le permitieran hacer carrera y le hizo el tren a los golpistas con tal de llegar a la Comandancia.

A lo sumo es una demostración más de la falta de un liderato único e indiscutido en el seno del golpe.

Hacían “de su vicio, virtud” y proclamaban su patriótica y virtuosa unidad en tanto se arrancaban los ojos, o para ser más exactos, se daban patadas por debajo de la mesa tratando cada cual de colocarse en la posición dominante.

Como eran muchos los nenes que querían el trompo, terminaban dándoselo al que “estuviera a la derecha” y en tanto seguían forcejeando en esa “gata parida” de siniestros mediocres.

Que Bordaberry, intrigando, enfrentándolos y azuzando por su golpe falangista. Que Cristi, que Vadora, que los Zubía, que el Goyo, que Amaury Prantl, que todos para sacarse de encima a Trabal, que Queirolo a quien sus adulones llamaban “Luis Vº” aprovechando la V. De su segundo nombre, que el “bucanero” Márquez y sus “camioneros”... ¡Que lote!

Con la Fuerza Aérea de atrás y a remolque como chinchorro.

Y los “chanta” como Bolentini o los Consejeros de Estado.

¡Por favor…!

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