Malena González
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AL PIE DE LAS LETRAS. RECUERDOS DE NUESTRA TRAYECTORIA
Poemas
Por A. Estevan, Betty Chiz, D. Queimaliños, L. Pereira Severo, M. C. Farfalla, M. L. Blanco, O. Tagore, S. Carrero Parris y S. Pereira
Sol de agosto (inédito)
María Constanza Farfalla
Hoy fuimos a ver a las ballenas
fuimos a presenciar su cortejo, el que se hacen
entre profundos sonidos en un estanque de plata
cumpliendo leyes antiguas y desconocidas/
Ellas también nos miraron,
incomprendiendo nuestros rituales
sintiendo que son salvajes
nuestras palabras de amor/
Ellas tampoco entendieron lo que dijimos
mientras la tarde crecía
- nadie pudo
después de todo no sabemos todavía
por qué no volveremos a vernos/
Hoy fuimos a ver el cortejo de la ballena franca
y ellas nos vieron caminar juntos sobre la arena
en nuestro último día
unidos por el lazo último que nos dieron nuestros brazos
obedeciendo preceptos tan antiguos
e incomprensibles,
quizás, también, venidos del agua/
Nunca se conocen las primeras leyes,
no nos es dado saber.
Sólo podemos seguir diciendo con hondura
el sentir del amar y el estar vivos
igual que cantan las ballenas
cortejándose en el mar/
Insomnio de verano (inédito)
Betty Chiz
Que la tristeza no vaya nunca unida a mi nombre.
Julius Fucik
insomnio de verano
un mosquito me zumba
hay que soportar la falta de vivencias
vivir de los recuerdos
del pasado inmediato
una calle concebida como paso a nivel
de paseo de paseo es
y yo con el cayado
ida y vuelta
ida y vuelta estos días
las calles con las entrañas al aire
canceles y cortinas bajas
las avenidas con carteles
se alquila se vende
cerrado hasta que pase lo peor
aquella tienda aquel cerrajero
la peluquera incluso
se fue porque no había mujeres
en espera
no había fiestas para lucirse
ni reuniones
no había marchas feministas y proclamas
ni cocteles
ni vernissages
y la ropa nueva cuelga de mis perchas
las botas no se usaron el invierno veinteveinte
y el verano no es propicio
ida y vuelta ida y vuelta a la manzana
saludo a la dama del perrito
cuidado baldosa rota
por ahora no usamos la piedra
tan necesaria tal vez
el enemigo es invisible
al ojo y al sonido
los pasos se cuentan
la naranja se pasea de la sala al comedor
ida y vuelta y vuelta
cuatro metros cinco metros
ida y vuelta por la sala
cuidado con las raíces de los árboles
ida y vuelta y vuelta
y el vaivén del lavarropas
tan monótono él
ropa limpia
limpia sobre limpia
el vaivén también gira pero no avanza
no se avanza
ida y vuelta
hasta que nos acostamos con la última vuelta del perro
con las noticias viejas y la novela turca.
Desierto
Daniela Queimaliños
la fe es el musgo en la pared
de piedra,
la espuma en las rocas
la muerte inexperta
huida precoz
tus manos de nudillos inquietos
un limón desbordando sabores
la fe es el desierto
secarse al sol hasta despellejar
la herida
hundiendo clavijas
cepillos de espinas
incrustados
en el centro
invisible
del latido
Luis Pereira Severo
vergüenza de mostrar la casa los postigos las chapas las piedras las maderas el zinc la jarra los jarrones la lejana dimensión los baldes para el agua baldear las fiambreras moscas los latones palanganas las ausencias el folclore las am los patios el baldear el arenal pesca de río los bagres tarariras lo inundado las gallinas perro atado ladran las jaulas para el bicho el temporal relampaguea los lanchones cimbra cama turca la frazada lo barato la parroquia el alquiler la borrachera toda clase de animal.
Primer disco
(Anillo 1)
Santiago Pereira
[Mientras recogía las obras del camino, sus pasos iban dejando un sendero de abrumados estereotipos]
Recuerda las persianas
todo fue inteligible
y luego hubo que entender un mundo de las cosas
habían aves en los techos de las fábricas
luego seres queridos charlando el asumido vuelo del monóxido
y siempre hubo que entender un mundo de las cosas:
¿dónde se gestó la aridez de los objetos?
¿cuándo se hizo hecho la razón de las plegarias?
recuerda
y como una neblina de intuición
o un imperecedero de no verdades
sostente de ese instante justiciero
en donde un niño se chupará un dedo
y un anciano apretará una bala entre sus dientes
hubo que dejar las ideas y comenzar de cero
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los dos infinitos
Andrea Estevan
del tiempo a la eternidad de la tierra al aire del aire al fuego del fuego al agua los siete pétalos permanecen cerrados allí en ese espacio vacío en esa nada palpitante todo está por suceder en ese instante de luz líquida la sacerdotisa aún de ojos cerrados de rodillas y con las palmas de las manos en la tierra el fuego en su presencia la llama en la gruta triunfante detrás la oscuridad en retirada enraizada abre sus ojos allí el peregrino de virtuosa estirpe a su lado en sus ojos color cielo dos soles en sus ojos espejo lazo azul revela el secreto todo tiene que ver con el número el número rige todo y trae fortuna entrelazan sus cuerpos dos infinitos y dicen la palabra se dicen somos la manifestación de la belleza hay celebración boda alquímica hay apuesta en el cielo y el azar siempre el azar azorando en la tierra hay triunfo entonces la raíz se hace tallo el tallo se hace capullo el Santo Espíritu sopla los siete pétalos se abren crean un nuevo infinito
I
María Laura Blanco
Estuve muchas veces con la muerte
pero una noche le conocí la voz.
La habían traído helada del quirófano
la doctora murmuró cosas que no entendí.
Nos dejaron allí, en una pieza oscura
de un viejo hospital triste, descascarado.
Así mueren los pobres, pensé
Cubierta por sábanas impolutas
blancas, casi almidonadas pude verle
estatua, marmórea, abandonada.
Parada a sus pies la observé en su orfandad
tenía los ojos cerrados, la boca apenas abierta
bella en la hora de su viaje, tantas veces iniciado
tantas veces trunco.
Con mis manos la arropé, se produjo entonces
un breve movimiento, una respuesta al borde,
un estertor.
Luego la inmovilidad, el vacío.
No lloré, ese sonido de alguna forma dijo
que se había logrado el objetivo.
Acabado el tiempo resigné el deseo
de que se quedara.
Ahora la paz, un vuelo interminable
tal vez sentir por fin que la queremos,
palabras pronunciadas por mi boca
cuando avisé a sus deudos la noticia.
Del DJ AIMÉ DE ELEUSIS
Omar Tagore
Ayer 10 de diciembre del 3017,
mil años después de la caída
del ave del sauce, de oriental zafiro.
Llegó finalmente Jaime Lepé
y con él vino su amigo Lemebel.
En realidad vino con algo más:
un anclaje que tanto busqué.
La aniquilación del yo. Y no se
Puede. Y sí se puede vivir una
vida duplicada en verdades, una
sin “yo” y otra con “yo”. Una,
parecida a la infancia o al éxtasis
místico, cuya alettas dorsales
se parecen y es fácil confundirlos.
Otra, donde se toma distancia,
uno se viste, pone el ojo tras la
horqueta, y tensa la redonda vocal
–el benteveo no debe derrumbarse-
para tener una visión un tanto
anquilosada y hasta inteligente
de esa infancia donde no es
posible ver la palabra más que
como una entidad enérgica
de pecho mullido incapaz de
recortar algo de este mundo,
mientras Néstor fala de un “rara”
Secta. Una vez ra, otra vez ra.
La materialización del templo
elemental brota como una broma
entre los labios: dos columnas
y el ara en medio. Néstor sal.
El dios solar que sabes. Un canal
que siempre será el mismo, no
tiene sentido cambiar e inaugurar
otra vía, a no ser que se quiera
dar vida y vuelta al árbol, al árbol
más antiguo del lenguaje. El árbol
del mundo, el árbol visible,
matérico y barroco. La interferencia.
La seductora interferencia que
nos rodea con todos sus espejos.
(a N. Perlongher in memoriam)
A veces
Silvia Carrero Parris
a veces el cielo se inunda
con humores de negrura
sala corazones que retornan
tasajo a su izquierdo lugar
en el pecho
incansable dispara sus salvas
entre nubes congeladas
subvierte penas que vuelcan
lágrimas ajenas a llorar
en mis ojos
el cobijo esquivo es la señal
antecede a la noticia
abandonemos ya el cielo
que volvió a la tierra
el paraíso