Claudia Rodríguez

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 Publicado: 02/08/2023

Frente Amplio, al encuentro de su “libreto”


Por José Luis Piccardo


Esto es un repaso de cosas dichas en esta revista, incluyendo la reproducción textual, o casi, de pasajes de artículos anteriores. Será el último en este espacio: debemos evitar grandes conclusiones y el punto final. Alcanzará que sea apenas el esbozo de algunas inquietudes que este autor, desde alguna de las visiones de la izquierda -que por suerte tiene varias, aunque se empeñe con razón en tener un solo programa-, intentó compartir con los lectores sobre el principal partido político de Uruguay.

De acuerdo a lo planteado en documentos y en declaraciones de sus dirigentes, el Frente Amplio (FA), se propone impulsar “el cambio que el país está necesitando”. En la fuerza política se coincide en que un nuevo gobierno de la izquierda, aunque deba basarse en los logros de los tres períodos anteriores -tal vez los más transformadores y fecundos de la llamada “primera era progresista” latinoamericana-, “no puede ser más de lo mismo”. 

Es frecuente que en el FA se exprese satisfacción con la autocrítica realizada tras la derrota de 2019. Sin embargo, hay que preguntarse si la misma ha ido hasta ahora mucho más allá de admitir las fallas que hubo en la comunicación con la sociedad, que es un aspecto relevante pero que solo alude a una parte del problema. En efecto, ha costado reconocer lo que en forma sintética advirtió el historiador y politólogo Gerardo Caetano: “el Frente está sin libreto”. Obviamente, el asunto es vital para encarar la nueva etapa; no se podría negar con fundamentos que el FA, siendo oposición, no haya hecho propuestas para responder a las urgencias de cada momento. Pero de ganar en 2024, esa etapa quedará atrás y habrá que poner en marcha la agenda de una nueva fase de transformaciones.

Hacia ahí apunta el borrador de las Bases Programáticas aprobado el pasado 15 de julio por el Plenario Nacional del FA “Mariano Arana”. No es el plan político ni la plataforma electoral, que llegarán en su momento. Se trata de lineamientos a compartir con la ciudadanía para aprobar el Programa 2025-2030 en el Congreso “Tabaré Vázquez”, a realizarse los días 8, 9 y 10 de diciembre. De una manera amplia, el documento despliega, a lo largo de 78 páginas, la caracterización de la situación del país en el marco del contexto internacional y regional, los objetivos y las grandes líneas para alcanzarlos.

Uruguay es tal vez el país de América Latina mejor posicionado para dar un salto significativo en su desarrollo. No para alcanzar el desarrollo pleno, del que está lejos, pero sí para concretar avances sustanciales que permitan encarar cuestiones estructurales, como el cambio de la matriz productiva, abatir la “pobreza dura”, avanzar sustancialmente en materia de vivienda, superar retrasos en áreas como la educación, abordar desafíos como el narcotráfico, la delincuencia, la fragmentación territorial, impulsar la ciencia, la tecnología y la innovación, entre otros temas que reclaman políticas con mirada estratégica. 

Hay que ver tendencias mundiales como el cambio tecnológico y su afectación cotidiana -incluido la reducción del horario laboral-, el cambio climático y la crisis ambiental, los incentivos para la transición ambiental, los feminismos, la atención al incremento de las desigualdades”, ha dicho Álvaro García, que preside junto a Ricardo Ehrlich la Comisión de Programa del FA que elaboró el referido borrador de Bases Programáticas. Debe haber “un programa que entusiasme a la ciudadanía”, enfatizó.

La radicalidad de las transformaciones deberá cuidarse de los verbalismos, de las tentaciones populistas, de las irresponsabilidades en materia fiscal, de las aventuras en que se trasforman los proyectos bien intencionados cuando se separan de la gente, de sus sentimientos y de su capacidad de comprender e involucrarse con esos cambios. Un reto difícil para el FA, pero también para el sistema político uruguayo en su conjunto: muchas deberán ser políticas de Estado.

El proceso que ahora se inicia se presenta como una instancia auspiciosa para construir el camino al gobierno y, lo que es aun más importante y el reto esencial, emprender una nueva etapa transformadora. No va a ser fácil, pero el futuro de los uruguayos depende de que se concreten nuevos logros, que no tendrán un sentido refundacional, pero que deberán dar respuestas a grandes problemas que vienen de muy atrás, que en parte persistieron tras los gobiernos frenteamplistas pese a sus logros, y que se agravaron en este período por la pandemia y las políticas de derecha de la actual Administración. 

El FA no puede permitirse hacer un mal gobierno, ni un gobierno “más o menos”. Está exigido por las circunstancias del país y por su propia historia a hacer un muy buen gobierno, con una mirada que trascienda los tiempos de su gestión. No será nada fácil en un país conservador, reacio a los cambios drásticos, por lo cual las transformaciones -radicales, profundas, estratégicas- deberán acompasarse con los tiempos del país, urgidos a su vez por los vertiginosos y difíciles tiempos del mundo contemporáneo. 

El “libreto” al que alude Caetano no será una inspiración mágica, surgida espontáneamente de la voluntad de dirigentes y militantes. Solo podrá ser una construcción, un proceso, una acumulación hecha con la gente. 

En fin, que no haya que repetir autocríticas.

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