Mariano González
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CANTORAS DE ESTA ORILLA. RECUERDOS DE NUESTRA TRAYECTORIA (MAYO DE 2022)
“Amores Nuevos”*
Por Constanza Liebe
Gabriela Morgare (nacida en Montevideo bajo el signo de cáncer) es abogada y cantante. Desde hace años dedica su melodiosa voz y su fuerza expresiva al tango, aunque también sabe incursionar exitosamente en otros géneros como la bossa nova, el bolero, el rock y el folclore. Ha representado a Uruguay llevando su arte a países como Finlandia, Dinamarca, Suecia, Italia, España, Catar, Egipto, Líbano, Jordania, Venezuela, Cuba, Brasil y Argentina. Integró junto a Tabaré Leyton, Pinocho Routin y Pitufo Lombardo la “Orquesta Típica del Río de la Plata”, conformada por prestigiosos músicos de Uruguay y Argentina. En 2013 publicó su primer álbum solista, Estación Tango, nominado para los premios Graffiti 2014 en la categoría mejor álbum de tango. Recientemente, participó como solista invitada en el ciclo de conciertos “Tangazo” 2020 junto a la Banda Sinfónica de Montevideo, con presentaciones en el Teatro Solís y en diversos barrios de la capital. El pasado año editó su segundo CD solista, Amores Nuevos, disco tributo al gran cantautor uruguayo Alberto Mastra. Sobre este último trabajo conversó con Vadenuevo.
Contanos algo de tu actividad profesional en la abogacía, tu trayectoria en la música previo a la edición de este nuevo disco y cómo se complementan ambas vocaciones.
La de abogada es una profesión que respeto mucho, y que además contribuye a que pueda dedicarme a la música. Pero de haber nacido en otra época seguramente mi destino sería diferente: un bachillerato artístico y una carrera centrada solamente en el área musical. Hoy el Derecho está en mi vida, lo ejerzo con responsabilidad y me gusta, en especial el costado creativo del ejercicio. Pero no es fácil compatibilizar la adrenalina de las dos profesiones: siempre “estoy corriendo" y la actividad jurídica muchas veces me estresa, mientras que la música también me exige pero me completa, me da energía; me brinda un estado de plenitud.
Previo a la edición de Amores nuevos y hasta ahora he estado participando de varios proyectos. Junto a mi guitarrista Carlos Gómez siempre estamos armando cosas bellas, nos gusta mucho recorrer el mundo y en ese formato (guitarra y voz) es más fácil. Fue especialmente gratificante la última gira que hicimos en Brasil, pero también estuvimos presentándonos en Europa (Finlandia, Dinamarca, Noruega, Suecia, Italia, España). Junto a él, además de Gustavo Di Landro, Eduardo Vila y Daniel Legazcue también tenemos un proyecto llamado “Gabriela Morgare y los Caballeros”, que explora además del tango otras sonoridades: boleros, zambas, canciones de raíz folclórica y en especial la inclusión de autores contemporáneos, como el propio Carlos Gómez, Hugo Rocca o José Arenas.
Me apasiona también el dúo con la gran pianista Mayra Hernández, con ella experimento en lo interpretativo la sensación de liberar el alma. Es muy fuerte lo que pasa sobre el escenario; esperamos pronto poder presentarles nuestro primer trabajo.
Integro con orgullo la Orquesta “Las Señoras”, orquesta típica de tango conformada solo por mujeres. Soy una de sus cantoras, y con ellas se vienen varios proyectos. Se trata de un trabajo intenso de mujeres en todos los aspectos, desde la selección del repertorio (tangos y canciones hechos por mujeres), hasta los arreglos, el trabajo cooperativo, la contención; es una enriquecedora experiencia.
Junto al pianista Horacio Di Yorio estamos trabajando en un disco de versiones de canciones que nos gustan. Si bien considero que interpretar es una forma de creación también me gustaría mostrar algo mío o en coautoría... Con Horacio ya grabamos algo de eso y estoy emocionada.
Y este año saldrá a la luz un trabajo que es un gran desafío, que no se trata esta vez de tango, junto al cantautor brasileño Edu Aguiar. El año pasado Edu me convocó para ponerle voz a algunas de sus canciones, fue un intenso trabajo junto al guitarrista Eduardo Mauris. Grabamos un disco con la participación de grandes músicos uruguayos que ahora se está masterizando en Río de Janeiro.
Por último y a título de adelanto, puedo anticiparles una sorpresa: el 9 de noviembre de este año nos presentaremos con el músico Pablo Rey en un concierto en el que confluirá su investigación y trabajo personal sobre la obra de Mastra con el mío.
Siempre surgen invitaciones mágicas para cantar: como cuando me convoca La Banda Sinfónica de Montevideo para el ciclo de conciertos “Tangazo”, o me llaman amigos como Colomba Biasco, Natalia Bolani, Nelson Pino o “La Yunta Trío” para formar parte de diferentes proyectos; en esos casos me siento una cantora bendecida.
Hablamos sobre tu relación con Mastra y cuál fue tu motivación para encarar este proyecto. ¿Cómo nace la idea de hacer un disco tributo a la obra de un solo autor? ¿Hay una intención de rescate de un acervo más o menos desconocido, de un artista no siempre justamente valorado? ¿El hecho de que ambos sean de la Aguada incide en algo en la admiración y el vínculo que a lo largo del tiempo has sostenido con la obra de este gran creador?
Sabía de Mastra a través de canciones como “No la Quiero Más”, “Miriñaque” o “Mi Viejo el remendón”; clásicos conocidos para los tangueros. Un día un gran referente y amigo, Aníbal Oberlín, me regaló un CD en el que él cantaba “Un tango para Esthercita” acompañado por Julio Cobelli. Me encantó y me generó la curiosidad de conocer más de su obra, entonces me compré un disco editado por Ayuí y me impactó escucharlo por primera vez: su voz, su guitarra, su interpretación, sus composiciones... Me dije, “¡qué poco lo conocemos!” A partir de ahí junto a mi dúo de guitarras en esa época, integrado por Poly Rodríguez y Gabriel Federico (“Las Criollas Guitarras”) comenzamos a hacer algunos temas de Mastra no tan difundidos, y se generó un ida y vuelta maravilloso con el público. A la gente le impactaban las canciones, algunos no conocían a Mastra y nos sentimos felices porque a la tarea del intérprete sumábamos el de la difusión de un creador que es parte de nuestro acervo cultural, que nos identifica. En esa línea también estaban Giovanna, los “Ricacosa”, el Panki Breventano, y antes que todos nosotros la gran Lágrima Ríos. Mastra y ella fueron amigos, cantaron juntos y ella fue su gran divulgadora; incluso fue Mastra quien la bautizó como Lágrima.
Mastra (1909) nació en mi barrio, la Aguada. Investigando supe que algunas de sus canciones están inspiradas en el barrio, como es el caso de “Zanjones” o “Potrerito”.
Las descripciones, como por ejemplo en “Harina amarga” del olor a pan caliente, me llevan a la niñez. En el escenario suelo cerrar los ojos y sentirme niña en la calle Pampas (hoy Arturo Lezama) y Cesar Díaz y recordar ese olor.
Sigo viviendo en la Aguada, en ese barrio rodeado por el puerto, donde aún queda algún conventillo, hay fábricas cerradas y los domingos se respira una nostalgia que encuentro en sus canciones.
Así fue como el “mastrismo” se apoderó de mí (risas) y poco a poco comencé a recibir devoluciones importantes. Paco Gude, viudo de Lágrima, me dijo un día: “vos seguís el legado de ella difundiendo a Mastra”. Desde Argentina llegaron reconocimientos por el sello personal que le imprimí a “Milonga arrabalera”, grabada en mi primer CD solista. También cuento entre esas retroalimentaciones valiosas el ida y vuelta con mi amigo Ramón González, conocedor de la obra y vida de Mastra, e incluso el acercamiento a la familia del artista. De esta forma fue naciendo la idea de hacer un disco tributo al autor.
Es muy interesante la caricatura que para la tapa de disco hizo Jaime Clara, así como las palabras introductorias de un versado en la estética tanguera como José Arenas, que encontramos al abrir el disco. ¿Qué características tiene Mastra como “personaje” a nivel de leyenda urbana, que también pueden ser “seductoras” e iluminarnos algo más sobre la persona atrás del artista?
Guitarrista zurdo que no tuvo que dar vuelta el encordado, desde muy niño comenzó a mostrar su arte en los boliches de Montevideo, Canelones, Lavalleja. Era muy pequeño físicamente: un “gigante de pequeña estatura, poeta de cielos y cloacas, magnate de la calle, del hambre y la opulencia; la vida de Alberto Mastra representó un libro abierto de profundo contenido humano” (cita extraída del Ensayo de Alberto Mastra de Ramón González, publicado en Cuadernos de Tanguedia/14).
Artesano, hacía botellas con escenas tangueras en miniatura, algunas de las cuales pueden verse en el Museo de AGADU. Hombre pintoresco, inquieto, un cerebro en continuo movimiento, cuentan que su inspiración era un desborde. Todos los que lo conocieron señalan su humildad. Según nota del periodista Luis Alberto Varela fechada en abril de 1969, “es tan tremendamente humano que avergüenza. Tan sensible que sus ojos siempre están húmedos; tan certero en sus reflexiones que resulta temible… Sus frases son espontáneas, rápidas, tremendas. Como la que le dijo una noche en ‘Cafetín de Antaño’ a Eustaquio Sosa: ‘Para llegar a hombre, tuviste que matar a un niño’” (citado del Ensayo de Ramón González).
Pueden contarse como anécdotas que llegó a tener un circo, y que se hacía sus zapatos y sus pelucas.
Fue amigo de Pichuco Troilo y de Edmundo Rivero, quienes grabaron y difundieron algunas de sus obras.
Agradezco a Jaime Clara el hermoso Mastra que ilustra la tapa del CD, y en especial que se sumara a este viaje. En lo personal me gusta mucho su trabajo.
En el diseño del disco participan además amigos muy cercanos; las fotos tomadas en las callecitas de la Aguada son de Gustavo Di Landro, el arte de tapa de Eduardo "Pata" Vila. En esta época digital, la estética de este disco es para mí una joyita.
¿Qué parte de la poética de Mastra creés que está más vigente? La que en tu opinión es capaz de atravesar el tiempo y llegar con más fuerza hasta el presente.
Las profundamente existenciales, esas no tienen tiempo; como “Harina amarga” y “Después del Gris”.
¿Cómo elegiste el repertorio, hubo canciones que quedaron afuera por algún motivo? ¿Creés que hay suficiente material como para continuar investigando sobre la obra de Mastra o rindiéndole tributo en algún ulterior proyecto?
Hay mucho material que no fue incluido. Amores Nuevos es solo una muestra, busqué equilibrar sus clásicos y sus composiciones menos conocidas, pero el trabajo de Mastra es enorme y rico, hay obras maravillosas que no están en este disco como por ejemplo “Bonjour Mamá”, “Una pobre melodía”, “La Fulana”, “Con Permiso”, “Así fui yo”.
En mi disco Estación Tango incluí “Un tango Para Esthercita” y “Milonga arrabalera”.
Si bien la dupla Gabriela Morgare en voz y Poly Rodríguez en guitarra o guitarrón es la más repetida a lo largo de los temas que integran el disco, el equipo de músicos que te acompañó en la aventura de grabarlo es mucho más amplio. Recordanos quiénes son estos “parceros” musicales.
Son todos músicos adorados y talentosos: Julio Cobelli (guitarra), Sergio Astengo (bandoneón), Valentina Estol (flauta), Carlos Gómez (guitarra), Guzmán Mendaro (guitarra y guitarrón) y la maravillosa voz del gran actor Jorge Bolani. El trabajo de Poly es de excelencia como guitarrista, arreglador y en producción.
¿Dónde y cómo fue grabado el disco? ¿Contó con algún apoyo económico este proyecto; qué tan difícil es sacar en nuestro medio un trabajo de estas características, por fuera de lo que es el circuito comercial?
El disco recibió el apoyo del FONAM. Una parte fue grabada en Copenhague, Dinamarca, en el estudio de Manuel Espasandín, otra en Montevideo en el Poly Home Studio, y la mezcla y masterización se realizó en Orión Estudios con Fernando Ximénez. Es un disco que no podemos catalogar de comercial, espero que la gente aprecie eso y se sume a escucharlo.
En algunos momentos las letras de Mastra se vuelven más dolorosas, como tomadas por un desconsuelo existencial, como sucede en “Harina amarga” y “Mi viejo el remendón”. Te he visto llorar en el escenario interpretando un tema como “No la quiero más”, en el que el “yo” que canta rechaza la vida en caso de tener la oportunidad de volverla a vivir. ¿Qué significa en concreto esta canción para vos?
Es un tema que me gusta mucho, si bien yo no comparto el no querer la vida, el rechazo hacia la vida. Me cuesta a veces cantarla porque asumo el compromiso de hacerlo y cuando me involucro entro en un viaje complicado, me angustia que una persona sienta que la vida fue tan mala que no quiere volver a vivirla, es tremenda esa letra... Incluso nos pasaba en los ensayos de quedar con un nudo en la garganta. Este tema es un clásico de Mastra y ha sido interpretado por varios artistas, hay una versión muy intensa del Canario Luna. Haber podido hacer mi versión es una bendición, Julio (Cobelli) la rompe en la viola, él es un músico que además de ser un número uno de la guitarra es un luchador que me trasmite fuerza y amor a la vida... ¿qué fuerte no?
“Abran cancha” es una milonga vertiginosa. ¿Cómo es el desafío de cantar milonga y qué diferencias tiene con la interpretación del tango, a la que estás más acostumbrada?
Me encantan las milongas como esta. Mastra tiene varias, en lo rítmico son complicadas; para mí son un desafío. Él las toca, las canta, fluyen en su interpretación. Él es un capo, tan oriental, tan uruguayo. En este palo seré una constante aprendiz.
“Canción para mi pueblo” es una de las más logradas del disco, en mi opinión, musicalmente tiene un tratamiento distintivo y cuenta con coros de Guzmán Mendaro y un recitado de Jorge Bolani. Es quizás la más lejana a la estética “tanguera” y tiene una mayor afinidad rítmica con el bolero o la balada. ¿Cómo manejás esos cambios de “energía” interpretativa por los distintos géneros que transita el disco?
Esta canción está en el disco por sugerencia de Guzmán (Peralta), yo le seguí la cabeza y la incluí. El disco presenta tanto clásicos como temas no tan difundidos e intenta abarcar todos los estilos que Mastra abordaba. Si bien la milonga y el tango imperan, son parte de las creaciones de Mastra el bolero, el candombe, las habaneras. En los coros que Guzmán hizo para este tema recreamos los arreglos de la versión del propio Mastra. Como tengo el honor de conocer personalmente a Jorge Bolani, uno de los mejor actores de este país, pensé en su voz, que calza perfecto para la canción. Fue una inmensa alegría que se sumara.
¿Sentís que algo de la impronta de Mastra te ha transformado en esta tarea de prestar tu voz a su voz? ¿Cómo es para una mujer de hoy en día encarnar una voz masculina y de un tiempo ya pasado, qué clase de puentes interpretativos encontraste? ¿Cambió algo en ti como artista luego de esta experiencia?
No sé si me ha transformado, pero su forma de cantar en este trabajo fue un faro: su cadencia, fraseo y rítmica son enriquecedoras al momento de abordar sus canciones.
Los intérpretes también somos creadores. Yo aprendo con Mastra y de Mastra, pero al mismo tiempo uno su enseñanza con mi ser, con mi canto, con lo que sucede en mi interior, con mi forma de vivenciar una canción. Para mí justamente eso es lo apasionante al interpretar, y es lo que encontré en estos Amores Nuevos.