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VADENUEVO DE COLECCIÓN: De nuestro N° 3 (diciembre de 2008)

 Publicado: 07/11/2018

Un bleque para Seregni


Por Jorge “Cuque” Sclavo


Ex-candidato a la presidencia por el Frente Amplio en 1971, ex no-candidato a la de 1985, tordillo pero no del todo, bigote casi de villano de película argentina pero con sonrisa de tío piola, garufa y fumador de cigarro negro. Pinta de Gerente de Trabucati, de Jefe de Cambios del Banco La Caja Obrera, de Encargado de Depósitos y Mantenimiento, de Bibliotecario o Archivero. Es decir, con saco y corbata; pinta de todo, de todo menos de militar. Será que uno jamás lo vio de uniforme y ahí creo yo que está su drama para este retrato. Porque ¿se imaginan lo que es soñar con ser militar, estudiar para ser militar, recibirse de militar, llegar a general, retirarse como militar, ir en cana como militar, salir de la cana como militar... y no tener pinta de militar? (La cantidad de militares que se morirían hoy por tener pinta de civiles.) Hombre, eso sí, el General, curiosamente sin apodo. Por lo menos Artigas tenía el Don Pepe, pero Liber Seregni es un General sin apodo. Claro, tiene ese nombre que a él le viene tan bien y que a mí, con mi apellido, me vendría tan mal.

Allá por el 71 se le conocía como Seregni. A los militares públicos, entonces, no se les nombraba por su grado. Eran Aguerrondo, Seregni, Francese, Rivas... eran unos militares simplemente diferentes, algo locos, que se dedicaban a la política. Si a Seregni se le decía General era por Rucucu Olmedo, en aquel personaje, lo que sería ahora como si a Wilson le dijesen Cacho por Espalter. Cuando cayó en cana, cuando se le sacó el general, cuando se le sacó el uniforme del todo -ese que yo jamás le vi- su gente y otra, empecinadamente, de pura bronca, comenzó a llamarlo "el General" y cuando salió, empezó a gritarle General pero como con mayúscula y en bronce, como a aquellos otros viejos generales de la historia. Enseguida, a sus partidarios ya les quedó chico lo de General. Les pareció que no expresaba todo lo que inspiraba ese Seregni, pálido que, en mangas de camisa, los bocinaba pacificando desde su balcón y hasta los mandaba a dormir como a nenes chicos. Y allí entonces habrá surgido lo de El Viejo, que no se refería a su edad sino más bien a su paternidad (en el sentido generacional de uso en las tribus).

Le decían "Viejo", como la hinchada le puede gritar a Francéscoli cuando, luego de un ataque donde dejó dormido a un pueblo y colocó la pelota en el ángulo: ¡Bien Papá! Ese hinchismo bien de los del Frente Amplio -que son capaces de ir con la bandera hasta a la mesa de parto- los llevó a subirlo otro escalón más entonces, como para que sirviera para varias generaciones. Jóvenes, menos jóvenes y menos, menos jóvenes, le pusieron Tata, que suena como para la historia, algo así como padre nuestro.

Pero ¡qué quiere que le diga, General! Todo eso es mentira. Se expresan así los frenteamplistas en plenarios, reuniones, movilizaciones, comités de base, entre correligionarios, pero la verdad es que ni bien llegan a su casa lo primero que les sale es: -Vieja, ¿no oíste al Milico por la radio?: ¡estuvo notable!

Y eso no es despreciativo. Pienso que el tipo lo hace porque se sabe tan insospechable de mala fe frenteamplista que cree poder darse esos lujos. También hay algo muy criollo en eso que es aplicar el rasero y bajarlo del pescante: "Vos serás el Presidente del Frente Amplio, tendrás la Orden de Lenin, te habrás comido 11 años de cana, pero fuiste milico, ¡qué también!". Es algo como decirle a Morena: "vos habrás batido todos los records de goles pero cuando eras chico querías jugar en Nacional".

Es dura y vieja nuestra bronca libertaria contra la autoridad. No es de ahora, nos viene de Fierro, Aquino... y otros matreros y, si no, dígame: ¿Por qué evitamos cuidadosamente cruzar por las líneas que dicen "para peatones"? ¿Por qué apretamos la pasta de dientes por el medio? ¿Por qué nunca nos desatamos los cordones de los zapatos antes de irnos a dormir? ¿Por qué no llenamos los cubitos? ¿Por qué nos gusta cruzar la calle con la amarilla o tirar las cenizas por cualquier lado? En fin, estos y otros son todos actos de doméstica iracundia contra la autoridad.

Difícil hacerle un retrato biografero a Seregni y decir en qué película me lo imagino yo.

Porque no es un general de biógrafo, no es el Mac Arthur de Gregory Peck, no es el San Martín de Alfredo Alcón ni el Artigas de Alberto Candeau, es otro general menos grandilocuente y más de entrecasa, de zapatillas. En todo caso es el General o Coronel de Alec Guiness en el puente del Río Kwai (aquí la versión sería la del Puente del Río Queguay con Seregni haciendo de Alec Guiness secundado por Licandro y Zufriategui y con Rapela haciendo de japonés. Eso sí; toda filmada en Scotland Yi, con Seregni y Zufriategui tomando el five o'clock mate). En las de cowboys no me lo imagino, salvo haciendo de astuto jugador de póker o a lo mejor como General de la Revolución Mexicana. El problema, como siempre, es que no me lo imagino de uniforme.

Aunque yo sé, estoy seguro, que a él le gustaría trabajar en una película donde hiciera de militar pero ¿qué vamos a hacer? No me lo imagino en uniforme y aquí el que hace los retratos soy yo. Y no va a venir a prepotearme nadie, por más General que sea, y si no ¿qué es lo que estuvimos gritando todos esos años que se iba a acabar?

¿Tamos o no tamos?

Conshertadamente hablando digo. ¿No?

 

* * *

 

Este fue un Retrato al Bleque que le hice al General Seregni por CX8 en Revista Sarandí por los ochenta.

Al poco tiempo entra Bethel Seregni a la radio y me trae de parte de su padre un retrato de sus años mozos, con uniforme, de a caballo y saltando obstáculos. Acompañaba la foto una tarjeta con el escudo patrio en relieve del General (R) Liber Seregni (escrito a mano) donde decía, entre otras cosas:

"No me va a decir ahora Don Cuque que allí no se ve a un militar con pinta de militar y mostrando su aptitud para saltar obstáculos desde tiempo atrás." "Of course" prohibida la reproducción total o parcial y cualquier forma de comercialización aunque sea con el pretexto de "hacer finanzas".

Tiempo después nos reencontraríamos. Ya eran tiempos de Tabaré atropellando en el codo para lograr su mejor posición al entrar al derecho. Alguien, creo que el aviador Gerónimo Cardozo, nos convocó en carácter de "sabihondos y suicidas" opinólogos (a lo que somos tan afectos los uruguayos) a: Fernando Andacht en semiótica, Alvaro Barros Lemes como periodista y a mí porque había trabajado como creativo de una anterior campaña del Frente. Se pretendía que lo asesoráramos en cosas como: General, Ud. deje que Tabaré hable primero y todo el patatín y patatán de los modernos curros de las Ciencias de la Comunicación.

Creo que era un acto en Yaguarón y 18. Por supuesto que el "Milico" hizo todo lo contrario. Y lo siguió haciendo otras muchas veces, regalándonos risas y sonrisas y algún que otro whisky de buen paladar, hasta hacernos sentir absolutamente inútiles y disolvernos, diciéndonos: es un Milico y no obedece otras órdenes que las de otro Milico como él.

La última vez que lo encontré en un acto fue en el del Ferrocarril, cuando renunció y eso yo ni me lo imaginaba.

Ahí lloramos todos y el whisky me lo fui a tomar solo.

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