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EL FA Y LA CAMPAÑA ELECTORAL

 Publicado: 07/11/2018

Un escenario difícil


Por José Luis Piccardo


Uruguay creció y distribuyó; aplicó políticas sociales de equidad y logró que muchísima gente saliera de la pobreza sin que los ingresos de la gran mayoría de la población dejaran de incrementarse. Muy pocas naciones latinoamericanas lo lograron, incluso aunque hayan tenido crecimiento económico y disminución de la pobreza. En algunos países las mejoras se alcanzaron con costos económicos y/o sociales que han repercutido en la estabilidad financiera e institucional. En América Latina hay diversos ejemplos.

No obstante, el Frente Amplio (FA) tiene muy comprometida su victoria electoral. Téngase en cuenta que los referidos avances están registrados mediante datos estadísticos cuya veracidad ningún político, técnico o analista ha negado, y sin embargo son muchos los ciudadanos “de a pie” que niegan lo que ellos mismos han vivido: sienten que la pobreza no bajó sino que aumentó; que los ingresos de las personas y las familias no se incrementaron sino que se retrajeron; que los derechos de la población no se ampliaron sino que disminuyeron; que los uruguayos no han logrado más libertad sino que la democracia y el republicanismo han retrocedido.[1]

¿Cómo hacer una campaña efectiva en tales condiciones? ¿Cómo hacerlo, además, en el marco de un ciclo económico de enlentecimiento, con fuertes condicionamientos internacionales y severa crisis regional, y obligado a bajar el déficit fiscal, entre otros desafíos?

Desafíos extra que tendrá el FA en esta campaña electoral. No le bastará con una publicidad inteligente -aunque será necesaria-, sino que requerirá inevitablemente de algunas ideas-fuerza capaces de concitar amplios respaldos ciudadanos y un desempeño político eficaz.

Pero, es claro, no es lo mismo entusiasmar a la gente cuando en la sociedad hay una alta valoración de lo hecho, que hacerlo en circunstancias como las actuales. En ellas, además de cómo estén jugando las “sensaciones térmicas” y las subjetividades, hay que reconocer antes que nada los serios problemas no resueltos y el agravamiento de algunos de ellos, como la fragmentación social, que cuesta tanto revertir, las carencias en materia de vivienda, las inequidades preexistentes en la salud, la necesidad de un abordaje integral de la inseguridad (que no es solo materia policial), y temas clave que exigen un debate muy profundo en el Frente, porque los acuerdos hasta ahora son insuficientes para avanzar, como la educación -que junto a algunos logros exhibe magros y preocupantes resultados en varios niveles- o la inserción comercial internacional, que requiere rever criterios que en algunas oportunidades contrapusieron al Frente (o a parte de él) y al Poder Ejecutivo. Asimismo esta contradicción gobierno/fuerza política se manifiesta con respecto al papel del Estado y a su relación con el mercado, asunto relevante.

El país necesita que se encaren los problemas no resueltos, al margen de que el FA alcance o no su objetivo electoral. Para el Frente es fundamental ganar las elecciones y tener confianza en que es posible, pero sería irresponsable no prever escenarios políticos diferentes a los de los últimos quinquenios. Debería estar preparado (o sea, fuerte, cohesionado política y programáticamente más allá de su diversidad interna, que debe preservar y que siempre lo caracterizó) para impulsar el país desde la trinchera que sea, la más favorable o la que las circunstancias le deparen a partir de 2020.

En los próximos tiempos será inútil quejarse de recursos desleales de la oposición, o de los medios (ante los cuales hay que tener una política algo más inteligente que echarle la culpa de muchas cosas que el propio FA y el gobierno hacen o trasmiten mal), o de las redes (que la misma izquierda alimenta con mensajes absurdos, entrando en el juego de sus adversarios). El FA deberá asumir sus problemas -que provienen del contexto político y de su propia realidad interna- para encarar la ardua tarea de llegar a los uruguayos; a los frenteamplistas descontentos y a mucha más gente a la que deberá convencer para lograr su objetivo.

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